jueves, 18 de mayo de 2006

En la moto de mi Amo V


Por supuesto obedecí inmediatamente. Me costó poco darme cuenta de que acabaría vestido completamente de cuero: un arnés, chaps, un suspensor y botas. Todo me quedaba perfectamente ajustado y debajo mi torso y mi culo al aire. La verdad es que se me sentí como desnudo. En cuanto terminé me acerqué a mi Amo y me arrodillé ante El, con la cabeza gacha, mirando sus botas, como me había enseñado. El me sujetó la barbilla y me levantó lentamente la cabeza hasta que nuestros ojos se encontraron. Antes de que pudiera darme cuenta me dio una hostia con la mano que me hizo girar la cara. Sentí en la mejilla el calor y en mi interior la humillación por haber sido castigado sin haber hecho nada.-Te recuerdo quién manda aquí, que sepas a quien perteneces.
-Si Amo, gracias Amo –contesté yo. Y lo curioso fue que no lo hice únicamente por formalismo o respeto, realmente lo agradecía. Aquella sensación me extrañó ¿Tanto me estaba dominando que ya no podía sino sentirme agradecido por sus humillaciones?
-¡Levanta!- dijo. Obedecí.
Acto seguido me puso una chaqueta que cerró hasta arriba. Luego una mordaza y encima el casco con visera. Volví a estar a ciegas. Ató una cadena al collar y tirando por ella me llevó hasta la modo. A tientas subí atrás. Noté el frío sillín en mis nalgas. Rápidamente me esposó a la máquina. Se subió y partimos. No sabía si era de día o de noche y a la tercera curva perdí el sentido de la orientación. Tardamos un rato, tampoco sé cuanto, en llegar a nuestro destino. Cuando la moto se paró fui desatado y pude bajarme. Mi Amo me quitó el casco y la mordaza. Pude ver que estábamos en una finca, con una casa bastante grande. Era de noche. Seguía con la cadena atada al collar. Las luces del jardín próximo a la casa brillaban sobre el cuero de ambos.
-Hemos venido aquí a cenar con unos amigos. Quiero que hagas que me sienta orgulloso de ti. No me defraudes o te arrepentirás.
Inmediatamente sentí una mezcla de orgullo y temor. Nunca nadie me había visto en mi rol de esclavo y además era plenamente consciente de que aquello era una especie de examen. Si no lo pasaba, además de sufrir un castigo terrible, perdería el favor de mi Amo, Casi adivinando mis pensamientos y sentimientos dijo:
-Recuerda que eres especial, eres mío y obedecerás todo lo que diga sin rechistar y rápidamente. Eres mi esclavo y eso te convierte en el mejor de los hombres. ¿Entiendes?
-Si, Amo.
Entonces se dio la vuelta y comenzó a andar hacia la casa. Con la mano derecha sujetaba la correa a la que yo iba sujeto. Puse las manos a la espalda y agaché la cabeza, tal y como me había enseñado en otras ocasiones, y caminé a su espalda, ligeramente a la izquierda, haciendo que la cadena no quedara muy tensa.
Tocó el timbre y un tío completamente desnudo abrió la puerta. El calor del interior llegó hasta mi. No me había dado cuenta del frío que hacía hasta ese momento. El tío que abrió la puerta llevaba un collar puesto y sendas muñequeras y tobilleras. Inclinó la cabeza y habló:
-Buenas noches Señor, le estábamos esperando.
Entramos en la casa, mi Amo se volvió y me quitó la chaqueta que entregó al esclavo. La cogió y volvió a hacer una reverencia, llevándose la prenda a algún sitio de la casa. Esta era bastante lujosa y moderna, el suelo de madera brillaba muchísimo. Algunas paredes dejaban ver la piedra de la que estaban hecha creando una perfecta combinación entre tradición y antigüedad.
Mi Amo comenzó a andar y le seguí. Entramos en lo que era el salón y vi inmediatamente a cuatro hombres más, vestidos todos de cuero de distintas formas, a cada cual más masculino y atractivo. Mi Amo soltó la cadena y avanzó hacia ellos saludándolos, parecía muy contento. Tal y como he había adiestrado me arrodillé, crucé las manos a la espalda y bajé la cabeza mirando al suelo. Oía las animadas voces de los cinco pero no me atreví a mirar. También oía el crujido del cuero al abrazarse y sentarse en los sillones yo esperaba. La conversación al principio fue intranscendente sobre como iba la vida. Entonces oí el chasquido, mi Amo me llamaba, inmediatamente levanté la vista, lo localicé y a cuatro patas me dirigí hacia Él. Sentí cómo todos me miraban. Cuando llegué a sus pies, besé sus botas y me quedé a su lado sentado sobre mis talones y la cabeza agachada.
-¿Es este tu nuevo esclavo?-preguntó uno de ellos.
-Si-contestó mi Amo
-¿Dónde lo encontraste?-preguntó otro.
-El muy cerdo puso un anuncia en internet. Me ha servido bien cuando lo he usado pero todavía está en período de entrenamiento.
-Parece buena mercancía –dijo el que no había hablado todavía.
-Ya veremos, ya veremos.....- dijo mi Amo con una sonrisa.
-¿Comenzamos entonces? – dijo el primero.
Todos se levantaron a la vez. El olor a cuero era muy intenso. Mi Amo tiró de la cadena y me levantó. Todos abandonaron la sala y mi Amo y yo salimos los últimos. Fue la primera vez que tuve oportunidad de verlos bien. Todos vestían de negro. Tres llevaban botas y pantalones de cuero. El cuarto vestía unos chaps sobre unos pantalones de vaqueros muy gastados. Dos de ellos llevaban además camisas de cuero, uno de ellos tipo policía. El tercero vestía camiseta negra con chaleco de cuero y el cuarto una camiseta muy ajustada de látex. Los cuatro, al igual que mi Amo, tenían unos cuerpos perfectamente perfilados y toda la ropa parecía luchar por ajustarse a sus cuerpos como una segunda piel. No pude evitar un pequeño estremecimiento. Dos llevaban bigote, uno barba y el otro, perfectamente afeitado mostraba orgulloso una mandíbula completamente cuadrada y perfilada.
Iban dejando por el camino un aroma muy intenso a cuero. Volvimos a la entrada y luego bajamos por una escalera que estaba al final del pasillo. Entramos al sótano de la casa, una sala grande y diáfana. Inmediatamente me di cuenta de que era una mazmorra. Había muchas puertas que se abrían en diferentes direcciones de esa gran habitación. Si el sótano ocupada toda la extensión de la casa, debía ser enorme. Las paredes eran de cemento y estaba tenuemente iluminado. En el centro había una mesa de madera y cinco sillas. La mesa estaba puesta. Aquello era una cena. Detrás de cada silla había un tío desnudo, con collar, muñequera y tobilleras, como el que nos había abierto la puerta. Todos llevaban capucha así que no pude saber si uno de ellos era el que nos había recibido.
En cada una de las esquinas había un esclavo distinto en diferentes situaciones. En una había uno momificado, estaba completamente cubierto de cinta aislante. No se veía nada de su cuerpo. Unos pequeños tubos donde supuse estaba la nariz le permitía respirar. Justo en la esquina de enfrente estaba otro completamente afeitado. No tenía un solo pelo en el cuerpo, le habían afeitado desde la cabeza a los pies incluidas las cejas. Estaba colgado de las manos y sus pies de puntillas apenas tocaban el suelo. Enormes gotas de sudor caían por su cuerpo pero no podía decir nada porque tenía una ancha mordaza alrededor de su boca. El tercero estaba como sentado, con las piernas ligeramente flexionadas. También tenía una capucha, esta ver de cuero puesta. Me fijé y comprendí lo que pasaba. Tenía las manos atadas a la espalda y un palo que entraba por su culo: estaba empalado con un consolador y apenas podía moverse. En la última esquina estaba el último esclavo. Estaba también completamente inmovilizado en una cruz de madera, completamente empalmado. Tenía unos pequeños aros en la polla y unos cables que le entraban por el culo. Cada pocos segundos su cuerpo se estremecía sin control y abría y cerraba las manos como intentando liberarse. Supe que estaba también amordazado bajo la capucha porque solo se oía un ligero sonido cuando debió emitir un fuerte grito. Inmediatamente comprendí que aquellos eran esclavos de los 4 leathermen amigos de mi Amo. Los otros cinco debían ser antiguos esclavos ya perfectamente adiestrados. Tanta concentración de sadismo y control me endureció la polla inmediatamente.
Los cinco Amos parecían no prestar atención a los esclavos y a su sufrimiento, salvo tal vez mi Amo que dijo confirmando mis sospechas:
-Veo que han comenzado sin mi.
-Un poco de decoración nada más – dijo riendo uno de ellos.
Los cinco se sentaron a la mesa atendidos por los esclavos que comenzaron a traer los platos. Yo me senté sobre los tobillos junto a mi Amo tal y como me ordenó. La comida transcurrió entre risas y comentarios de los Amos. De vez en cuando mi Amo dejaba caer algo a sus pies y lo señalaba con el dedo sin mirarme. Yo iba raudo y lo devoraba sin tocarlo con las manos. Cada vez que esto pasaba notaba como ejercía su poder sobre mi. Ya estaban en el postre cuando mi Amo se movió en su asiento dejando su bota derecha delante de mi. No sabía qué hacer y entonces, sin dejar la conversación ni mirar hacia mi, la señaló con el dedo. Inmediatamente comencé a lamerla, intensamente, casi con desesperación. Sabía que los dos esclavos de mi lado podían verme no perdiendo detalle y que los demás Amos se estaban dando cuenta de todo.
Cuando la cena terminó cada Amo desapareció por una de las puertas con su esclavo. Mi Amo sujetó la correa y me llevó por una de las puertas hasta un calabozo. Estaba perfectamente amueblado: celdas, cruces, ganchos, cadenas. Sobresalía en el centro de la mazmorra un sling que colgaba del techo.
-¡Vamos, perro¡, gritó mi Amo.
Con una enorme habilidad me subió al sling y me sujetó las muñecas y los tobillos con gruesas correas de cuero. De un armario cercano sacó una mordaza con forma de polla de plástico que me metió en la boca. Sentí algunas arcadas por lo profundo que llegó a la garganta. Mi corazón latía fuertemente y mi polla parecía que iba a estallar. Mi culo estaba completamente expuesto.
-Hoy voy a romperte, vas a ser mío, perro. Te entregarás completamente. Saldrás de aquí siendo otro ¿es lo que quieres?
Dijo estas palabras muy lentamente, mirándome fijamente a los ojos, profundamente. Sentí como si cada palabra me perforara, como si me atravesara. No pude hacer otra cosa. Asentí con la cabeza. Y entonces comenzó mi tormento... o mi liberación.
Me vendó los ojos y sentí cómo introducía algo en mi culo. Era frío e iba abriéndose paso lentamente. Al final noté como se estrechaba: era un butt plug y aparentemente de metal. Acto seguido noté las pinzas en los pezones. Yo respiraba profundamente. Estaba excitado pero también un poco asustado.
Entonces comenzó todo. La primera descarga atravesó mi cuerpo arrancándome un grito profundo que murió antes de salir. Si no hubiera estado perfectamente atado las convulsiones me hubieran tirado al suelo. “Dios Mío” –pensé- “no voy a poder soportarlo”. Luego vino otra descarga y el mismo efecto. En pocos minutos perdía la cuenta, estaba demasiado concentrado soportando el dolor. Y en los intermedios temblaba pensando en la siguiente descarga. En poco tiempo las lágrimas se mezclaron con mi sudor. Poco después comenzó a suplicar. “Por favor Amo, por favor”. Al menos eso era lo que quería decir pero cualquier persona solo oiría gemidos que podían ser tanto de placer como de dolor.
Perdí la noción del tiempo, ¿cuánto tiempo llevaba aquello ocurriendo? En un momento perdí el control sobre mi cuerpo. Ya no tenía sentido intentar liberarse. Yo seguía llorando y suplicando. ¿Cómo podía hacerme esto? ¿Quería matarme acaso? ¿Era aquello un castigo? ¿Habría hecho algo mal? Era imposible reflexionar, la descarga eliminaba cualquier pensamiento haciendo que sólo existiera una cosa: el dolor.
De pronto, mientras esperaba la siguiente descarga noté una mano por mi pelo, la venda desapareció y pude ver a mi Amo. Me miraba serio, profundamente. Imagino lo que veía. Mis ojos completamente abiertos, sudando, llorando, los mismos ojos que le suplicaban que aquello parase.
-¿Estás listo?-preguntó El. Yo asentí, estaba dispuesto a cualquier cosa.
-Quiero que vayas más lejos, más abajo, quiero que te entregues completamente.
Yo me agité ¿Qué quería? ¿Qué puedo hacer?. Quise preguntarle pero no pude. Y entonces otra descarga y un nuevo grito ahogado. Seguía con los ojos destapados pero no veía nada, sólo volví a existir el dolor. Las descargas se sucedieron una tras otra. De pronto la descarga que esperaba no se produjo. Puede volver a regular mi respiración. El cuerpo entero me ardía. Por mi cara corrían las lágrimas y el sudor. Al fin pude centrar la vista. Puede ver a mi Amo de pie, cerca del sling, alto , mirándome. Chasqueó los dedos y se acercaron dos esclavos que me quitaron las correas y el butt plug que tenía en el culo. Sin las sujeciones me caí del sling. No controlaba mis músculos y no podía dejar de llorar, aunque no quería, solo caían lágrimas sin parar por mis mejillas.
Cuando pude levantar la vista vi a mi Amo sentado en un sillón sobre un pequeño estrado. No sé como pero supe lo que quería que hiciera. Comencé a arrastrarme hacia él, casi no podía moverme, iba muy lentamente dejando el suelo manchado con mi sudor. Prácticamente arrastraba la cara por el suelo. Me sentía el ser más humillado del mundo y sabía que eso era lo que quería mi Amo. No sé cuanto tardé pero llegué. No levanté la vista. Sólo miraba sus botas, las besé y me dejé caer a sus pies. Entonces creo que perdí el sentido.

1 comentario:

Anónimo dijo...

es la entrega total: maravillosamente brutal;

slavesaid@yahoo.es