Inmediatamente caí en un sueño profundo del que sólo salí cuando sentí la bota de mi Amo. No sé cuánto tiempo pasó. Podría haber sido una hora o varios días. No había ventanas así que no sabía si era de día o de noche. Cuando abrí los ojos pude ver a mi Amo de nuevo. Esta vez llevaba puestos unos pantalones de cuero, una camiseta negra muy ajustada, su chaqueta también de cuero y las botas.
-¡Levanta y vístete! –ordenó con esa voz que no dejaba lugar a ningún cuestionamiento y señalando mis ropas que estaban a su lado.
Me llevó a una habitación al lado de la mazmorra. Supuse que el sótano de la casa debía ser muy grande y pude imaginar lo que había en los pisos superiores. Mi Amo debía ser una persona muy rica. Nada más entrar quedé sobrecogido. Estábamos en una especia de habitación ropero lleno de botas y pendras de cuero y latex de todo tipo. Al lado de la puerta había un grupo de paños y de productos en botes. Mi Amo señaló hacia ellos y dijo:
-¡Limpia!
Lo miré sorprendido ¿Esperaba que limpiara todo aquello? El no esperó respuesta. Salió y cerró la puerta. Inmediatamente supe que si no obedecía me esperaba un tremendo castigo. Tardé unos minutos en descubrir para qué servía cada cosa y varias horas en limpiar las prendas. Comencé con las botas. Había varias decedas de todo tipo: negras y marrones, vaqueras, con hebillas, de motero algunas militares. El tiempo pasaba y yo seguía limpiando. La habitación no tenía ninguna ventilación y pronto comencé a sudar. Sabía que debía dejarlas muy brillantes y me esmeré. Era difícil limpiar todo aquello con las manos esposadas y la cadena que me llegaba al cuello impedía muchos movimientos así que tardaba más de lo esperado. Cuando pensé que estaban suficientemente limpias las volví a repasar.
Luego me centré en la ropa. Era toda de cuero aunque también había prendas de latex. La variedad era enorme: pantalones, chaquetas, chaps, camisas, calzoncillos, slips, guantes. Había varios trajes completos de latex. Estuve muchísimo tiempo limpiando las prendas. Cada uno quedaba brillantes. El olor era cada vez más intenso. Las gotas de sudor eran cada vez mayores. El tiempo pasaba y yo seguía trabajando. Al final todas las prendas quedaron brillantes. Ahora no sabía qué hacer así que me puse al lado de la puerta de rodillas a esperar. Sentado sobre los talones, con la cabeza agachada. El tiempo pasó pero mi Amo tendría que tenerlo todo calculado porque a los pocos minutos apareció en la puerta. Pareció agradarle mi postura. Yo sólo veía sus botas que sobresalían de los pantalones. Caminó alrededor mio mirando las botas y las prendas. Parecía detenerse de vez en cuando, revisando.
Empecé a sentirme orgulloso de mi trabajo bien heco, de lo bien que había limpiado todo. Entonces, sin esperarlo, me llegó el golpe por detrás. Lo dio con la mano abierta pero tan fuerte y tan inesperado que me tiró al suelo. Inmediatamente puso su bota sobre mi cara.
-¿Quién coño te crees que eres? Perro ¿crees que lo has hecho bien? ¡¿qué esto está limpio?!-Yo estaba completamente desconcertado.
-Vuelve a limpiar -dijo secamente mientras salía y cerraba la puerta.
Aún sentía la presión de su bota en mi mejilla. Me sentía emocionalmente hundido, pero sin embargo no estaba triste ni deseaba estar en otro sitio. Me sentía en mi lugar y no podía sino comenzar de nuevo. El tiempo siguió pasando y continué lipiando hasta que pensé que estaba todo limpio. Entonces me detuve unos minutos y volví a pasar un paño por todo hasta que quedase aún, más brillantes. Luego volví a ponerme en la postura de sumisión de antes. A los pocos minutos volvía a ponerme aparecer en la puerta. Aquello no era casual, supuse que tenía algún sistema de vigilancia en la habitación, puede que incluso en la casa.
Como la otra vez solo vía sus botas, hice un esfuerzo por mantenerme humilde y sumiso, aunque no me costó mucho porque tenía miedo de que no le gustase mi trabajo y tuviera que volver a repetirlo. Dio una vulte alrededor mio, con calma, lentamente, tomándose su tiempo. Supuse que estaba inspeccionando las botas y las prendas. Incliné un poco más la cabeza, de forma imperceptible pero en mi interior fue algo muy profundo. Aquello me estaba superando. No podía entender cómo un tio podía estar haciéndome sentir así. Entonces noté su mano sobre mi cabeza, me estaba acariciando. O al menos dándome palmaditas,como un perro. Me sentí el ser más feliz de la tierra, orgulloso de haber hecho un buen trabajo.
Enganchó una cadena al collar que llevaba puesto y me llevó de vuelta a la mazmorra. Al llegar me puso a cuatro patas. Entonces oí una cremalleta y en unos segundos sentí un líquido caliente cayendo sobre mi. "Dios mio, está orinando sobre mi": Mi primer impulso fue levantarme pero, como siempre, adelantándose a los acontecimientos dijo de una forma suave y tranquila, pero sin lugar a dudas:
-Quieto ahí perro, quiero limpiarte de tu vida anterior.
Aquello me puso cachondo inmediatamente. El líquido iba mojándome poco a poco. Parecía no tener fin. Me recorrió todo el cuerpo llegando a la cabeza, era caliente y en unos instantes comencé a oler de una forma intensa. Sentí que me abandonaba, que dejaba de ser dueño de mi mismo. Cuando terminó estaba en medio de un charco de orina, completamente mojado.
Entonces me desabrochó las esposas y cogió una cuerda, me tumbó boca abajo y me ató las manos y los pies muy juntos. Tenía la espalda arqueada. Puso un trozo de cinta aislante en mi boca y salió. Estaba sobre un charco de orina, las gotas corrían por mi cuerpo y me picaban un poco los ojos. Me sentí limpio. Me sentí nuevo. Aún así pronto comencé a tener frio."
-¡Levanta y vístete! –ordenó con esa voz que no dejaba lugar a ningún cuestionamiento y señalando mis ropas que estaban a su lado.
Me llevó a una habitación al lado de la mazmorra. Supuse que el sótano de la casa debía ser muy grande y pude imaginar lo que había en los pisos superiores. Mi Amo debía ser una persona muy rica. Nada más entrar quedé sobrecogido. Estábamos en una especia de habitación ropero lleno de botas y pendras de cuero y latex de todo tipo. Al lado de la puerta había un grupo de paños y de productos en botes. Mi Amo señaló hacia ellos y dijo:
-¡Limpia!
Lo miré sorprendido ¿Esperaba que limpiara todo aquello? El no esperó respuesta. Salió y cerró la puerta. Inmediatamente supe que si no obedecía me esperaba un tremendo castigo. Tardé unos minutos en descubrir para qué servía cada cosa y varias horas en limpiar las prendas. Comencé con las botas. Había varias decedas de todo tipo: negras y marrones, vaqueras, con hebillas, de motero algunas militares. El tiempo pasaba y yo seguía limpiando. La habitación no tenía ninguna ventilación y pronto comencé a sudar. Sabía que debía dejarlas muy brillantes y me esmeré. Era difícil limpiar todo aquello con las manos esposadas y la cadena que me llegaba al cuello impedía muchos movimientos así que tardaba más de lo esperado. Cuando pensé que estaban suficientemente limpias las volví a repasar.
Luego me centré en la ropa. Era toda de cuero aunque también había prendas de latex. La variedad era enorme: pantalones, chaquetas, chaps, camisas, calzoncillos, slips, guantes. Había varios trajes completos de latex. Estuve muchísimo tiempo limpiando las prendas. Cada uno quedaba brillantes. El olor era cada vez más intenso. Las gotas de sudor eran cada vez mayores. El tiempo pasaba y yo seguía trabajando. Al final todas las prendas quedaron brillantes. Ahora no sabía qué hacer así que me puse al lado de la puerta de rodillas a esperar. Sentado sobre los talones, con la cabeza agachada. El tiempo pasó pero mi Amo tendría que tenerlo todo calculado porque a los pocos minutos apareció en la puerta. Pareció agradarle mi postura. Yo sólo veía sus botas que sobresalían de los pantalones. Caminó alrededor mio mirando las botas y las prendas. Parecía detenerse de vez en cuando, revisando.
Empecé a sentirme orgulloso de mi trabajo bien heco, de lo bien que había limpiado todo. Entonces, sin esperarlo, me llegó el golpe por detrás. Lo dio con la mano abierta pero tan fuerte y tan inesperado que me tiró al suelo. Inmediatamente puso su bota sobre mi cara.
-¿Quién coño te crees que eres? Perro ¿crees que lo has hecho bien? ¡¿qué esto está limpio?!-Yo estaba completamente desconcertado.
-Vuelve a limpiar -dijo secamente mientras salía y cerraba la puerta.
Aún sentía la presión de su bota en mi mejilla. Me sentía emocionalmente hundido, pero sin embargo no estaba triste ni deseaba estar en otro sitio. Me sentía en mi lugar y no podía sino comenzar de nuevo. El tiempo siguió pasando y continué lipiando hasta que pensé que estaba todo limpio. Entonces me detuve unos minutos y volví a pasar un paño por todo hasta que quedase aún, más brillantes. Luego volví a ponerme en la postura de sumisión de antes. A los pocos minutos volvía a ponerme aparecer en la puerta. Aquello no era casual, supuse que tenía algún sistema de vigilancia en la habitación, puede que incluso en la casa.
Como la otra vez solo vía sus botas, hice un esfuerzo por mantenerme humilde y sumiso, aunque no me costó mucho porque tenía miedo de que no le gustase mi trabajo y tuviera que volver a repetirlo. Dio una vulte alrededor mio, con calma, lentamente, tomándose su tiempo. Supuse que estaba inspeccionando las botas y las prendas. Incliné un poco más la cabeza, de forma imperceptible pero en mi interior fue algo muy profundo. Aquello me estaba superando. No podía entender cómo un tio podía estar haciéndome sentir así. Entonces noté su mano sobre mi cabeza, me estaba acariciando. O al menos dándome palmaditas,como un perro. Me sentí el ser más feliz de la tierra, orgulloso de haber hecho un buen trabajo.
Enganchó una cadena al collar que llevaba puesto y me llevó de vuelta a la mazmorra. Al llegar me puso a cuatro patas. Entonces oí una cremalleta y en unos segundos sentí un líquido caliente cayendo sobre mi. "Dios mio, está orinando sobre mi": Mi primer impulso fue levantarme pero, como siempre, adelantándose a los acontecimientos dijo de una forma suave y tranquila, pero sin lugar a dudas:
-Quieto ahí perro, quiero limpiarte de tu vida anterior.
Aquello me puso cachondo inmediatamente. El líquido iba mojándome poco a poco. Parecía no tener fin. Me recorrió todo el cuerpo llegando a la cabeza, era caliente y en unos instantes comencé a oler de una forma intensa. Sentí que me abandonaba, que dejaba de ser dueño de mi mismo. Cuando terminó estaba en medio de un charco de orina, completamente mojado.
Entonces me desabrochó las esposas y cogió una cuerda, me tumbó boca abajo y me ató las manos y los pies muy juntos. Tenía la espalda arqueada. Puso un trozo de cinta aislante en mi boca y salió. Estaba sobre un charco de orina, las gotas corrían por mi cuerpo y me picaban un poco los ojos. Me sentí limpio. Me sentí nuevo. Aún así pronto comencé a tener frio."
1 comentario:
excitante rito de iniciación con la lluvia dorada; qué suerte la del esclavo...
slavesaid@yahoo.es
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