mi Señor ha ordenado al objeto que medite. el motivo ha sido que el objeto lleva una semana intranquilo, desde que se sintió físicamente mal la semana pasada. hoy parece como si hubiera llegado a un punto de inflexión y empezó a sentirse nervioso, muy nervioso. por supuesto lo puso bajo las botas de mi Señor y no pudo ser más director y clarificador: "Lo único que estás haciendo es entrar en el mundo de los humanos. Justo lo que te tengo totalmente prohibido.(...) Te has creído que tenías derecho a algo, que tenías derecho a esperar algo de los humanos. Y cuando eso ocurre es tu perdición. Y ahora te está ocurriendo, por esto estás nervioso y con ansiedad".
mi Señor tiene razón, mi Señor siempre tiene razón y sabe lo que le pasa al objeto mejor que el objeto mismo, antes de que ocurra "Tienes que hacer examen de conciencia y saber realmente lo que eres y lo que importa. Te ordeno que medites". lo primero que ha hecho el objeto es sacar el cuaderno de escritura. desde que comenzó en el nuevo trabajo apenas ha escrito en él. siempre ha escrito directamente en el ordenador, pero no es lo mismo. no es igual. las partes del cerebro que se activan son otras diferentes, distintas y para hacer lo que quiere mi Señor hay que hacerlo directamente, con papel y pluma.
el problema no es, no son los primeros obstáculos que están apareciendo en el nuevo trabajo del objeto, es justamente lo contrario, su éxito. todo iba tan bien que el objeto se lo ha llegado a creer y el ego y el orgullo se han asentado de nuevo en su ser. también puede que haya infravalorado el hecho del cambio. cambiar cuesta tanto si es de trabajo, de actividad o de compañeros, o todo junto.
todo iba tan bien que el objeto ha pensado que así es como debía e iban a ir las cosas siempre. la verdad es que ha sido un inicio de año espectacular, y eso ha hecho que el objeto se confie y baje la guardia. y ante el primer contratiempo se sienta decepcionado. por supuesto no ha sido un "gran" contratiempo, pero se han unido varias cosas: el cansancio, el calor, la actividad a veces frenética y la falta de calma y de silencio. porque el silencio no es solo no hablar para fuera. es no hablar para dentro también. si no acallas tu alma tu espíritu está siempre inquieto y un espíritu inquieto es un lugar abonado para el ego.
es curioso que el objeto haya fallado precisamente en aquello que ha orientado a sus tutorandos: la importancia del silencio y de no escuchar las palabras del ego. Lo único que demuestra esto es que nunca hay que bajar la guardia y que nunca se llega al final del entrenamiento. siempre hay algo que aprender y mi Señor siempre está ahí para enseñarle al objeto. nunca hay que olvidar que eres una propiedad, un objeto, no un humano. ni siquiera un ser cualquiera. eres un objeto que no piensa, ni siente, solo obedece, de manera estricta y absoluta, de manera radical y definitiva. intuye el objeto que esto continuará en los próximos días, que traerá nuevas enseñanzas y nuevos aprendizajes y que el objeto tendrá que seguir reflexionando sobre esto que ha pasado.
sumisión en silencio, castidad y obediencia ciega
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