si preguntamos a cualquier inferior por qué le gusta el bondage, la respuesta más evidente y común sería, sin duda, porque produce un profundo sentimiento de indefensión. cuando uno está atado, esposado, encadenado o momificado deja de tener control sobre su propio cuerpo y sobre lo que le rodea. nada depende de él sino del que lo ha puesto en esa situación. ¿por qué alguien querría sentir algo así? se preguntarán muchos lectores, pues sencillamente porque es liberador, muy liberados. es especialmente liberador para aquellas personas controladoras y tienen que tomar decisiones cada día, casi cada momento. saber, pero sobre todo sentir, que otro toma las riendas es fuente de mucho placer y satisfacción. cuando eso es tan profundo que acabas sintiendo que forma parte de tu naturaleza, que no puedes prescindir de ello y que sin el bondage estás perdido posiblemente estemos ante un esclavo natural. los esclavos naturales se sienten infelices con la libertad, con la capacidad de decisión. cada vez que tienen que hacerlo es como si los mataran y poco a poco esas decisiones van mermando su propia naturaleza, haciendo que se traicionen a ellos mismos. solo el bondage los puede salvar.
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