viernes, 17 de enero de 2014

dia 1463 de esclavitud, 34 de castidad

el día comenzó terriblemente mal, de una manera desastrosa, funesta. ayer, antes de acostarse, el perro sintió que se le habían irritado los genitales debido al roce del aro de la jaula. era tarde y el perro tiene orden del Dueño de, si no puede contactar con El, tomar la decisión que El hubiera tomado. sin duda, de poder hablar, me habría permitido dormir sin la jaula, y así lo hizo el perro.
los problemas comenzaron cuando el despertador sonó para que fuera a trabajar, con el tiempo justo. el perro estaba despistado, desconcertado, de hecho tuvo que volver del garage a la casa a recoger el móvil que se le había olvidado. a medio camino del trabajo se dio cuenta de que no había vuelto a ponerse la jaula. una de las razones ha sido que ya, prácticamente no es consciente de que la lleva. se ha convertido en algo tan natural que, con las prisas, el perro se olvidó ponérsela de nuevo. ya no podía volver, no le daba tiempo, así que siguió conduciendo. la primera tentación fue la más evidente: no decir nada para no tener que afrontar las consecuencias. total, el Dueño está lejos, no se enteraría. sin embargo eso sería una traición mayor, no sólo al Dueño, sino al perro mismo. fue una tentación del ego. todo esclavo debe aceptar las consecuencias de sus actos, bien sean intencionados o por despistes.
en cuanto llegó al trabajo, el perro envió varios mensajes al Dueño confesando su falta. durante el trabajo el perro no puede tener el móvil activo, así que no fue hasta media mañana que pudo leer la respuesta. como esperaba decía que el fallo no había sido quitármela la noche anterior, algo necesario, sino haberme olvidado de ponérmela de nuevo. el castigo, igual de duro que de justo: tres días de libertad, el fin de semana. viernes, sábado y domingo, no llevaría la jaula y, al llegar a casa tendría que quitarme las sendras. el perro pensó inmediatamente que era un castigo duro, merecido, pero duro. desde primera hora de la mañana, desde que se dio cuenta que no llevaba la jaula, el perro se sintió como desnudo. era como si hubiera salido a la calle sin pantalones. aguantar así hasta el lunes será toda una prueba.
el perro terminó la mañana como pudo, con sentimientos encontrados, donde predominaban la vergüenza, la frustración, la decepción...
a primera hora de la tarde estaba el perro en la universidad cuando recibió un mensaje del Dueño, que tenía un móvil nuevo y estaba teniendo dificultades. el perro lo ayudó como pudo, pero al final la solución que le ofreció le satisfizo. era una cuestión urgente e importante, y eso le producía un estado de nerviosismo que desapareció cuando se solucionó. el Dueño estaba tan contento que, como recompensa, levantó el castigo al perro. fueron apenas cinco horas, pero terribles. por supuesto el perro se alegró pero aún quedaba el fondo de lo que había pasado. ahora tocaba aprender de la falta cometida.
el resto del día fue trabajo, trabajo y trabajo. cuando llegó a casa el perro se sentía triste y agobiado por todo el día que había pasado.
obediencia ciega para el esclavo, poder absoluto para el Amo.

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