31 días de castidad, 31 días desde el último ordeño
el orgullo tienta al perro para que no escriba este post, para que no relate lo que ocurrió hoy, pero si al final lo leen los seguidores es porque el Dueño ha dado su visto bueno y considera que debe ser así. el motivo de que el orgullo tiene al perro de esa forma es porque hoy el perro ha desobedecido al Amo, de una forma tonta y estúpida, como casi siempre ocurre, pero ocurrió. el ego se hace presente intentando mantener la imagen de "esclavo servicial y obediente" que parece rezumar por el blog. pues no, este perro no es el esclavo perfecto ni mucho menos, y también desobedece, y también necesita entrenamiento. la cuestión fue una tontería. tenía permiso para ir a la biblioteca a trabajar, sobre todo porque pensaba que así me centraría más. comuniqué al Dueño donde estaba y me dijo que permaneciera allí. en un momento dado fue el perro a desayunar y cuando volvió se sintió mal. pensó que no quería estar allí, que necesitaba soledad y estar aislado, así que recogió y se fue a casa. no fue hasta que llegó allí que mandó un mensaje al Dueño diciendo que se había ido. por supuesto el Amo se molestó y enfadó muchísimo por el comportamiento de este perro. había dado una orden y no había sido cumplida. cuando el perro leyó que el Amo se había enfadado fue como si una tormenta lo destrozara por dentro. se sintió avergonzado, estúpido y completamente inútil. había desagradado al Dueño por una cuestión tonta y sin sentido, sobre todo porque si le hubiera explicado la situación, posiblemente el Amo habría dado permiso para ir a casa. el fallo fue la autonomía, tomar una decisión sin permiso, sin consultar, sin contar con el Amo. el perro falló porque decidió.
durante un rato hubo intercambio de mensajes sopesando el castigo que el perro merecía, hasta que el Amo llamó por teléfono al perro y empezaron a hablar. entonces el perro suplicó perdón y empezó a llorar arrepentido. el arrepentimiento venía por haber desobedecido al Amo, por haberle fallado y, sobre todo, por haberle hecho enfadar y crear malestar, por haberle hecho sentir mal. el perro estaba profundamente arrepentido. cuando el Amo escuchó la voz del perro se apiadó y dijo que le perdonaba. el castigo ya estaba aplicado: el perro sintió un dolor muy profundo por haber decidido algo. una nueva súplica de perdón y la promesa de no volver a hacerlo más fueron suficientes para aplacar al Amo, pero no para mitigar el dolor del esclavo que se mantuvo casi todo el día. no hay excusa, solo la benevolencia del Amo. si hubiera estado allí el dolor físico del castigo hubiera sido intenso, pero la distancia hacía que el castigo fuera psicológico. el mayor castigo para este perro ha sido darse cuenta de que ha actuado, no contra el Amo, sino contra él mismo, en contra de su propia naturaleza, de lo que realmente es. el momento más duro ni siquiera fue cuando lloré al Amo pidiendo perdón, sino cuando, tras comunicarle lo que había hecho, el Dueño dijo que estaba enfadado y que tenía que quitarme el collar y la jaula que llevaba puestas. cuando obedecí la vergüenza fue tan grande que duele sólo recordarla.
la enseñanza de hoy está clara. desobedecer es ir contra el Dueño, pero también contra uno mismo. la libertad ya no es una opción, ya no hay salida. perder al Amo es perderlo todo, perder la auténtica vida que el perro ha tenido la suerte de encontrar y vivir. hoy el perro ha podido vislumbrar lo que sería una vida de vacío.
obediencia ciega para el esclavo, poder absoluto para el Amo.
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