la correa de las manos le impedía moverlas, la de los pies y el pecho lo sujetaban a la silla. la de la frente no le dejaba mover la cabeza y la que tenía debajo de la barbilla no permitía que abriera la boca. todas se tensaron cuando él se acercó, y ninguna pudo evitar que le pusiera pegamento en los labios, sellándolos definitivamente.
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