sábado, 15 de octubre de 2011

minirelatos LXXXIX

la polla le entró violentamente pero la mordaza le impidió gritar. cada embestida era una punzada de dolor que recorría su cuerpo. pronto empezó a llorar. cuando levantó la cabeza y vio a su Amo de pie con los brazos cruzados y la cara seria, se prometió que nunca más lo desobedecería.

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