si entramos en una dinámica simbólica, donde las palabras y los gestos tienen un significado más allá de ellos mismos, no podemos obviar una práctica que repulsa a muchos, pero que no deja de tener su carga: la lluvia dorada. todo elemento líquido remite al agua y el agua ha sido empleada desde los albores de los tiempos no sólo como símbolo de la vida, que lo es, sino como elemento que limpia las manchas y renueva las cosas. en cristianismo tomó del judaísmo y de otras religiones la práctica del bautismo como elemento renovador del individuo. ser bautizado era entrar a formar parte de una vida nueva.
la orina tiene ese elemento acuático porque está formado mayoritariamente por agua, pero también ha pasado por el organismo de su emisor y, por tanto, tiene algo de él. por eso los perros orinan marcando su terriorio, dejan su olor por donde van. de esta forma delimitan lo que es suyo para que otros lo sepan. en el bdsm pasa algo parecido. cuando un Amo orina sobre su esclavo no es sólo una acción fetichista, sino que está marcando como suyo al esclavo. y se produce un efecto doble. en primer lugar queda renovado, es alguien nuevo, deja de ser un hombre libre y se convierte en esclavo. pero además queda marcado con el olor de su Amo, de su Dueño. se convierte en su propiedad. este hecho puede repetirse a menudo, renovando esa propiedad. la lluvia dorada se ha planteado la mayoría de las veces como una práctica de humillación, pero desde esta perspectiva puede verse como justo lo contrario, una exaltación de la sumisión y la obediencia.
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