si ayer fue el olor, hoy no puedo dejar de hablar del brillo y del tacto que tiene el cuero. siempre me ha parecido que es una ropa de noche, oscura, de sótanos, que sólo brilla por las ligeras luces que debe haber en una mazmorra, pero últimamente me atrae ver el cuero a la luz, reflejando los rayos del sol, o con fuerte luces. el cuero tiene esa capacidad de reflejar de una forma especial. es como esas plantas y animales que usan el reflejo para atraer a sus presas, para deslumbrarlas hasta que están en su poder, a su merced. el cuero tiene ese efecto en mi. me atrae, me cautiva y captura la mirada de forma que no puedo apartarla. me cuesta muchísimo dejar de mirar a alguien que lleva cuero. se me ha dado el caso de pasarlo realmente mal porque estoy manteniendo una conversación y aparecer alguien con chaqueta, botas, o incluso pantalón de cuero, y ser incapaz de mantener la mirada fija en mi interlocutor. además la ansiedad aumentaba, no sólo porque pudiera entender mi comportamiento como una falta de respeto, sino porque pensaba que se daría cuenta de que era un profundo fetichista del cuero, un perro que ansiaba arrodillarse delante de aquel tio encuerado y lamerle sus botas. alguna vez lo he pasado tan mal como eso.
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