viernes, 10 de junio de 2011

511 días de esclavitud

ya es viernes y aún tenía en mi mente la conversación con mi Dueño de ayer. es sorprendente la influencia de la no vida, como puede hacerte perder el rumbo y la necesidad de estar atentos y vigilantes, para evitar que te absorva y te haga olvidar lo que eres. así me he sentido hoy más o menos. este perro es muy consciente de que, al leer el diario, pueda parecere que está muy seguro de si mismo, que tiene las ideas muy claras y que las vive intensamente, pero hay un enorme salto entre el mundo de las ideas y la realidad. posiblemente si eso fuera así, si lo tuviera tan claro, no sería un perro esclavo, sino un Amo. pero no lo soy. soy lo que soy, y eso lleva consigo que no estoy seguro de casi nada y que a veces sufro serias crisis en mi vida, y en mi no-vida. a veces tengo momentos de extrema lucidez donde esto se hace evidente. y eso fue lo que ocurrió ayer. mi no-vida me está sobrepasando, superando, está afectando a mi desarrollo como esclavo y corro el riesgo de que me afecte a la salud física, ya que está afectando a mi equilibrio psicologico y emocional. mi Dueño me dijo varias veces que debía bajar el ritmo pero este perro lo tomó más como una sugerencia que como una orden. esto fue hasta un punto de inflexión que se produjo ayer, cuando supliqué su ayuda, más que su ayuda fue su intervención. no sé si lo estaba esperando o quería que lo hiciera pero me di cuenta de que no puedo llevar ni mi no-vida. El tiene que controlarlo todo, si no es así me pasará algo: me pondré enfermo o caeré es algún tipo de problema psicológico. supongo que la palabra más adecuada es que estoy quemado y que no tengo capacidad propia de intervención. tres meses trabajando trece horas diarias, durmiendo poco y comiendo mal son una combinación expolosiva. hubo enfado inicial pero luego tomó las riendas y me concedió lo que le suplicaba. en el fondo lo esperaba, pero la distancia y el tiempo habían hecho que fuera prudente. ahora ya no. la prudencia no tiene cabida ni por mi parte ni por la suya. es el tiempo de una intervención seria, profunda y radical.

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