una vez pasadas tres semanas, ya puedo sentarme a escribir sobre mi encuentro con mi AMO sin que los sentimientos me desborden excesivamente.
casi toda la semana estuve nervioso ante la perspectiva de volver a verlo, sentimiento que se agudizó el jueves por la tarde y el viernes por la mañana.
como siempre llegué pronto al aeropuerto y me puse a escribir tomando un café. tuve que quitarme las botas para pasar el control de seguridad. llevo las sendra porque voy ligero, muy ligero de equipaje: dos mudas, el pantalón de cuero, el collar y la capucha, nada más.
el vuelo estuvo bien, lo pasé leyendo y salió a tiempo. lo más llamativo fue la cantidad de maletas que la gente metió en la cabina, algunas auténticos bultos que apenas cabían en los compartimentos superiores.
llegamos a madrid con 1 grado de temperatura. saliendo de canarias la diferencia se notó muchísimo. rápidamente crucé la terminal hasta la salida. allí me esperaba (e.), un esclavo-sumiso de mi AMO, al que le había ordenado ir a buscarme. ya aquello me pareció una muestra del poder de mi AMO y me puso en situación.
recorrimos madrid casi sin hablar, con puros formalismos. no quería meter la pata porque no sabía exactamente cómo quería mi Amo que lo tratara. cuando llegamos a su casa aparcó y los dos nos bajamos. llamamos a la casa y mi AMO bajó. en cuanto lo vi sentí como si no me hubiera ido, como si ayer mismo le hubiera servido, hubiera lamido sus botas o me hubiera atado, y habían pasado casi seis meses.
por supuesto llevaba sus botas, las negras lisas y brillantes en el empeine, pero este esclavo sabía que estaban extremadamente repujadas en la caña. me fijé que (e.) las miraba sorprendido. mi AMO lo despidió diciéndole que se verían mañana. mi AMO y este esclavo fuimos a cenar algo a un vips que hay cerca. El fue al cajero y me ordenó que cenara, algo que hice esperándolo hasta que llegó, y hablamos sobre cómo parecía que no había pasado el tiempo y como nos habíamos despedido en ese mismo sitio.
fuimos a su casa y en cuanto entré lamí sus botas. eso fue algo constante durante el tiempo que estuve en su presencia: lamer sus botas como señal de sumisión y de obediencia.
me llevó a su habitación y a partir de ese momento perdí la noción del tiempo. nos desnudamos, todo menos las botas, por supuesto, y El se tumbó en la cama.
-¡Relájame!- dijo, y obedecí. acaricié su cuerpo, lamí sus botas, comí su polla y sus huevos, y volví a lamer sus botas, una y otra vez, sin parar, sin descanso. oía sus gemidos y eso me animaba aún más a seguir lamiéndolo y acariciándolo. era mi razón de ser, es mi razón de ser. dar placer a mi AMO.
no sé cuanto tiempo estuvimos así, pero sí recuerdo que de pronto se corrió, con mucho placer. entonces me dijo que iba a permitir que me ordeñara. me tumbó en la cama y me ordenó que lo hiciera, que me ordeñara.
mientras El me miraba a la cara me empecé a ordeñar.
-¡Vamos, ordéñate!-dijo- ¡Vamos, ordéñate o voy a tener que castigarte!
lo decía porque creía que tardaba demasiado, pero entonces le hice un gesto con la cabeza y se dio cuenta de que me había ordeñado y El no se había dado cuenta: ni un gemido de placer ni una expresión de satisfacción, nada. pude ver la cara de asombro y de orgullo, y este esclavo se sintió muy feliz, por haber obedecido de esa forma. es una de las normas de mi vida en esclavitud y mi AMO comprobó que la había cumplido en su ausencia.
dormitamos un poco, no sé cuánto ni que hora era porque había perdido completamente la noción del tiempo. sólo sé que de pronto volví a estar lamiendo sus botas de nuevo, acariciándolo. entonces me amordazó con cinta americana y me ató las manos por delante. también me ató los pies por encima de las botas y me ordenó que lo masturbara. y así lo hice. lo veía moverse de placer y gemir de gusto. y entonces se corrió en mis manos sin tocarse El, algo que me dijo que sólo había conseguido hacer otro esclavo. se levantó a limpiarse y salió dejándome allí atado. no sé qué hacía fuera, tampoco era de mi incumbencia, lo único importante era que mi AMO lo había pasado bien.
me permitió dormir no sé cuanto tiempo, pero me despertó sin haber clareado el día aún. me puso de pie y me ató las manos a la espalda. antes me había puesto un antifaz que me impedía ver cualquier cosa y me ató las manos a la espalda. también me ató los pies y volví a sentirme indefenso. entonces me sentó en un sillón, supuse que dentro del armario. me amordazó fuertemente con cinta americana y me tapó los oídos con unos cascos de obra, de los de anti ruidos. estaba completamente aislado. las únicas sensaciones que tuve fueron cuando me puso una manta por encima, que se caía de vez en cuando y volvía a poner en su sitio, lo que indicaba que El venía a vigilar que estuviera bien.
el tiempo pasa de forma muy rara cuando no tienes referencias. intenté acallar mi mente, dejarla en blanco, pero me fue difícil empezar, tanto que no conseguí acallarla, todo lo más relajarme para dejarme ir, para someterme.
cuando El quiso, y creo que ésta es la medida de tiempo adecuada, me soltó. me llevó al cuarto de baño y me ordenó que me duchara, que luego volviera a la habitación y me pusiera el pantalón de cuero, las botas y una camiseta. así lo hice.
me llevó a la cocina y desayuné. me dijo:
-Come lo que quieras, porque no volverás a comer hasta la cena. no voy a parar lo que te voy a hacer para que comas.
aquello me asustó un poco.
1 comentario:
Me encantó el relato! Ufff, estoy deseando leer lo q te ocurrió después. jeje
un beso de cuero desde el sur de la Península
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