martes, 22 de diciembre de 2009

minirelato LI

El estaba sentado en el sofá, con la mano colgando de un brazo del mismo. se acercó a cuatro patas y comenzo a lamer la palma de la mano. sabía que le gustaba. la bofetada vino de ninguna parte, pero impactó con una mezcla de dolor y sorpresa. siempre había que recordarle quién estaba al mando.

1 comentario:

Unknown dijo...

por que hasta que nos permitan una caricia es un premio....


jamas debemos olvidar nuestro lugar...

el lugar de las mascotas...


un beso, amigo