El estaba sentado en el sofá, con la mano colgando de un brazo del mismo. se acercó a cuatro patas y comenzo a lamer la palma de la mano. sabía que le gustaba. la bofetada vino de ninguna parte, pero impactó con una mezcla de dolor y sorpresa. siempre había que recordarle quién estaba al mando.
1 comentario:
por que hasta que nos permitan una caricia es un premio....
jamas debemos olvidar nuestro lugar...
el lugar de las mascotas...
un beso, amigo
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