viernes, 27 de abril de 2007

En la moto de mi Amo XII

El camino a casa fue como un sueño. El frío de la noche me mantenía despierto pero no me daba cuenta por donde iba. El metro fue algo parecido. Las estaciones se sucedían y yo no me daba cuenta de nada. Solo al cerrar la puerta de mi apartamento parecí despertar. Aquello iba en serio, no había marcha atrás. Una mezcla de sentimientos se sucedieron: excitación, temor, nerviosismo, ansiedad, pero ante todo, determinación de lo que iba a hacer.
Los muebles parecían hologramas, algo irreales. En cualquier caso poco tiempo me quedaba allí, de pronto todo el cansancio acumulado en estos días callo sobre mi. Las rodillas me temblaron y me eché en la cama sin quitarme siquiera la ropa.
A la mañana siguiente me desperté y me aseé. Mi mente iba rápida hacia lo que había sucedido en los días anteriores. Estaba despierto pero seguía como si estuviera aún soñando. Mi Amo aparecía como una sombra que me seguía en todo momento. Acordarme de El me llevaba inevitablemente a una erección. El sabía como tocar mi vena sensible, sabe qué tecla apretar para que me tenga a su merced. No podía hacer nada sino esperar a que se pusiera en contacto conmigo. Aún así seguí sus órdenes. Tenía en mi correo un email suyo indicándome lo que tenía que hacer. Al día siguiente anuncié a mi jefe por la mañana que sólo podía trabajar hasta mediados de mes. Por la tarde fui a la secretaría de la facultad para ver los trámites que tendría que seguir para convertirme en un alumno libre y por último llamé al casero para decirle que iba a abandonar el piso, y el resto de mi vida, por cierto, pero claro, eso no se lo dije.
El viernes llegó y no pasó nada. No sé si realmente esperaba que pasase algo pero, estúpidamente imaginaba que en cuanto tuviera todo resuelto los acontecimientos iban a precipitarse y, por supuesto, estaba equivocado. Por la noche me llamaron para salir y no supe que hacer, si marcharme o esperar a que mi Amo se pusiera en contacto conmigo. Al final decidí irme.
Quedamos en el centro, comimos algo y luego nos marchamos a una discoteca de las afueras, en una zona industrial. Había bastante gente pero yo estaba como abstraído, despistado. Mis amigos intentaban animarme pero sin resultado. Como siempre que no tenía que trabajar iba vestido con mis ropas preferidas: mi pantalón de cuero, mis botas y una camiseta. Muchas tías, y algunos tíos, me miraban. No sé si por mi indumentaria o por mi físico, o por ambas cosas. El hecho es que me sentía observado y no me gustaba esa sensación así que salí fuera a tomar el aire. El invierno se acercaba y las noches eran muy frescas, cai sin darme cuenta me fuí alejando del bullicio del local y de mis amigos. Quería estar solo o al menos me sentía más cómodo sin nadie alrededor en aquel momento. Me puse la chupa, tenía frío De pronto tomé conciencia de que estaba en medio de ninguna parte. La única luz era la de la luna y ya no se oía el sonido de la disco así que decidí volver. Me acababa de dar la vuelta para regresar cuando una mano salió de la oscuridad y puso algo en mi nariz y mi boca. El corazón se me disparó e intenté luchar pero fueron solo unos segundos porque en seguida me desmayé.
(continuará)

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