domingo, 29 de abril de 2007

Reflexiones personales bondage

mi mayor y primer fetiche fue y es el bondage. mi primer recuerdo de actividad bdsm fue una erección increíblemente intensa viendo una película de piratas. a Erroll Flinn le ataban y amordazaban en una hamaca colgada de un camarote en medio de un motín. El quedaba colgado, indefenso e intentando soltarse sin conseguirlo. recuerdo aquella escena como mi nacimiento al mundo de la sumisión. mi siguiente recuerdo fue jugando a indios y vaqueros. yo era el más grande y al final del juego había apresado a todos los vaqueros y con unas cuerdas les até las manos para dejar claro que eran mis prisioneros. el juego se terminó porque tuve miedo de que se dieran cuenta que la polla iba a salirseme de los pantalones. yo era un niño pero recuerdo siendo ya adolescente que mis padres y hermanos se iban y me dejaban solo y yo cogía cuerdas de esparto que estaban en el cajón de las herramientas y me ataba a mi mismo. al principio era decepcionante porque podía soltarme fácilmente. sin embargo un día, un amigo que tenía animales me enseñó como les ataba las patas a las cabras para que no se movieran: primero varios lazos alrededor de las patas, nudo y luego se pasa la cuerda nuevamente entre las patas y así se cierra y ajusta la cuerda. ni corto ni perezoso lo intenté la siguiente vez que me quedé solo. me costó liberarme. mi mayor avance fue cuando pensé que ese ajuste entre mis muñecas se podía hacer con un nudo corredizo. a partir de entonces necesité un cuchillo para soltarme. una vez me amordacé con un pañuelo. la mejor forma es hacer un nudo que quede en el centro, meterlo en la boca y atar los extremos detrás de la cabeza. luego me até los tobillos fuertemente y al final, contorsionándome, las muñecas a la espalda con mi sistema. quedé completamente indefenso. entonces me di cuenta que estaba en la habitación y que el cuchillo estaba en la cocina. tuve que arrastrarme por todo el pasillo hasta llegar. lo más complicado fue ponerse de pie y abrir el cajón donde estaban. curiosamente lo más incómodo fue la polla que estaba dura como una roca.
saber que había gente como yo a la que le gustaba ser atado fue un descubrimiento. saber que había gente a la que le gustaba atar fue una bendición. sin embargo he tenido poca suerte con eso porque tantos fines de semana atando y desatando me han hecho un buen escapista y suelo soltarme con facilidad. no hay mucha emoción en sujetarte con cadenas, candados o esposas. sabes que no podrás liberarte sin la llave, pero con las cuerdas es un juego de poder, a ver quien tiene el control. curiosamente cuando venzo y consigo liberarme es decepcionante. la mejor experiencia que recuerdo me la produjo mi Amo actual. en uno de nuestros encuentros me hizo vestir de cuero y me ato boca abajo, los pies y las manos juntas en hogtie. yo luche para liberarme y me había atado bien, sin embargo sabía que era posible soltarme. el elemento diferenciador fue que me hizo respirar poppers, a pesar de que me resistí. cuando tomo popper me convierto en el cerdo más cerdo, cerdísimo del mundo. pues El me dio poppers y me dejó allí, solo, luchando por tocarme, por tocarle, por hacer cualquier cosa, suplicando, gimiendo, convulsionándome. fue increíble, intenso y el recuerdo se ha acrecentado en mi memoria como uno de los momentos principales de mi vivencia con el bondage.

2 comentarios:

Eder Tabla dijo...

me gusto mucho tu relato, yo tambien hacia toda clase de cosas con mis jugetes; atandome y sintiendome frustrado por lo facil que me es hoy dia liberarme, por eso siento una rara conexion con houdini, que hasta que punto queria liberarse. bueno me despido, suerte y que pases mucho tiempo perfectamente arropado (ropes: cuerdas)

Anónimo dijo...

Yo comparto tus aficciones.
De adolescente me encantaba atar y ser atado... Recuerdo las imágenes de algunas películas de piratas, de romanos,... en las que alguien era atado con el torso desnudo para ser azotado, expuesto al sol o sometido a alguna tortura.
Recuerdo la primera vez que até a un chico, jugando cuando era casi adolescente. Le hice quitarse el polo que llevaba, le até las manos por encima de la cabeza y le azoté con una rama de sauce... Fué una experiencia formidable.
Esta acción la volví a repetir alguna que otra vez, hasta ahora, que -con un juego muy diferente- lo utilizo siempre que puedo.
Me alegro que haya gente como tú.
Gracias por tu arte, por tu blog y tu trabajo.

ivansergi5@hotmail.com