lunes, 15 de mayo de 2006

Un reencuentro, una sesión

Al final, y tras equivocarse de hotel y esperarme en el Nivaria pasó por delante del Agueres y subí a su coche. Me llevó al café Melita. Vestía pantalón vaquero, camisa amarilla y unas brillantes botas negras en las que reparé inmediatamente. Pensé que la cosa iba a ser más dura pero fue una conversación extremadamente agradable donde se mostró cercano, atento, incluso cariñoso en algunos momentos. Hablamos sinceramente y pusimos las cosas claras. Me sorprendió lo fácilmente que volvió a tomar posesión de lo que le correspondía: yo. Fue algo que hizo sutil pero definitivamente. Realmente es muy bueno en esto y mi rebeldía posiblemente se debía a eso, a que temía que realmente me convirtiera en su esclavo. Cuando salimos del café hizo mención a sus botas y me dijo que estaba seguro de que si me ordenaba me tiraría al suelo a lamérselas. Volvimos a La Laguna y aparcó. Ya era de noche y dimos por hecho que subiría mi habitación. Yo estaba algo inseguro de que fuera una buena idea. Abrió el maletero y sacó una enorme mochila que me entregó. Pesaba mucho. Llegamos a la habitación y me hizo quitarme la camisa. Luego me puso un collar y me hizo lamer sus botas. Aunque hubiese querido resistirme, sabía que no podía. Se las lamí lo mejor que pude. Pareció satisfecho.
Luego me llevó hasta el baño a cuatro patas y metió mi cabeza encima del plato ducha y la orinó toda. Yo notaba su pis caer por mi pelo y cara. Luego me obligó a comerle la polla. Aún había gotas y su sabor era muy fuerte así que las escupí. El preguntó y cuando le comenté pareció entenderlo. Abrió el agua y me lavó la cara y me enjuagó la boca. Luego me secó, como un perro. Pensé que era un gesto muy tierno. Luego me llevó a la habitación y me metió en el ropero. Era empotrado y estaba vacío. Cerró la puerta y oí como se cambiaba. A los pocos minutos oí que me decía que me desnudare. Así lo hice como pude, sólo me dejé las botas tal y como él me ordenó. Al salir esta estaba completamente transformado: seguía con sus botas, pero llevaba unos pantalones de cuero nuevos, camisa de manga corta de hilo negra, muñequera y guantes. Incluso tenía un pañuelo negro en el bolsillo trasero izquierdo de su pantalón. Este era nuevo, de cuero mucho más duro que el otro que le había visto. Volví a lamerle las botas y luego disfrutó viendo como lo miraba. Era una mirada de sometimiento, de sumisión, de admiración. Además de las botas me hizo lamerle el pantalón por todas partes, pero especialmente por la entrepierna. Luego sacó la capucha. Me dijo que la había comprado en su último viaje para mi, pensando en mi. Aquello me flipó un poco más. Era de cuero muy duro y rugoso. Tenía un orificio para la boca pero los ojos estaban tapados. Tenía las marcas por si querías abrirlos y además una especia de enganches para, una vez abiertos, poderlos cerrar. Por supuesto me la puso y la ajustó con correas por detrás. Noté como me apretaba y me encantó quedar con los ojos tapados, rodeado de cuero. Es mejor cuero que la mía sin duda. Luego jugó conmigo. Me esposó y llegó el momento de penetrarme. Lo hizo y comenzó a follarme. Al principio me dolió un poco pero luego me gustó. Me subió a la cama y me puso con la cabeza apoyada en el colchón, con el culo levantado y las manos esposadas a la espalda. Así me folló, como un auténtico perro. Me estuvo follando un rato cambiándome de postura. Tenía el culo muy escocido. Entonces paró y me quitó la capucha que estaba empapada en sudor. Me ordenó vestirme. Cuando terminé le pedí permiso para ir al baño y me lo permitió. Tenía la vejiga a reventar pero creo que fue más por la follada que por otra cosa. Cuando me estaba poniendo las botas se me acercó y me dijo que le gustaba verme así, de leñador (tenía una camisa de cuadros, pantalón vaquero y botas). Recogimos todo y bajamos. Era sobre las once y media y yo pensé que todo había terminado. Fuimos al coche, abrió el maletero y puse allí la mochila. Luego me ordenó que subiera. No sabía a donde íbamos. Fuimos por unas carreteras cercanas a La Laguna pero fuera del casco. Eran rectas pero casi sin luz. De pronto comenzamos a subir una montaña. No había ni una luz. Todo estaba oscuro. Sin duda aquello era el picadero de la zona, lo que pasa es que era miércoles y estaba prácticamente vacío, salvo algún coche despistado. Al final se metió por un camino y paró en medio de lo que parecía un bosque: ni una luz, salvo la luna llena, ni una casa. No se veía ninguna señal de vida. Bajamos y yo estaba asustado. El viento movía los árboles y se oían sonidos de animales. Era el sitio perfecto para hacer una putada.... de cualquier tipo. Entonces sacó la capucha y me la puso y así me quedé, sin ver nada en medio de un entorno que me parecía completamente hostil. El hacía algo pero no sabía qué. Entonces me cogió por las manos. Inmediatamente me di cuenta de que tenía puestos los guantes. Nos internamos más en aquel “bosque”. Yo solo podía seguirle confiando en que no tropezara o no se le ocurriera dejarme allí. Al final llegamos a un sitio y me quitó la capucha. Efectivamente nos habíamos internado más en aquel lugar. Ya no veía el coche. Entonces volvimos a empezar. Me esposó a un árbol y me folló; me soltó y me folló; me puso la capucha y me folló; me la quitó y me folló. En un momento dado hizo un amago o simulacro de dejarme allí esposado y con la capucha puesta no me asustó tanto como debería haberlo hecho. Luego, al rato, entramos en una fase distinta. Comenzamos a besarnos mucho. El se había puesto otra vez el uniforme completo y yo le tocaba el pantalón y le lamía los guantes. Se los quitó y me los puso en la boca a forma de mordaza. Eso le encantó. Por supuesto me puse a cien y estaba metido en el papel. Había perdido la noción del tiempo pero en un momento en que me estaba besando profundamente, se corrió. Luego me ordenó que yo también me corriera. Sin embargo estaba tan nervioso por el lugar que le dije que no iba a poder. A pesar de todo estuvo allí hablando y diciéndome cosas para que me calentara y me corriera. Al final lo hice por fin. Recogimos todo y fuimos al coche. El se cambió y regresamos a La Laguna no sin antes subir a la cima de la montaña y ver una perspectiva de la Vega de noche. Era increíble.
Es curioso pero siento que lo conozco desde siempre. Cuando me estaba usando sabía que no me podía resistir. De tener un Amo será él sin duda. Y parece que él siente lo mismo. Además es que me gusta físicamente. Me soltó dos o tres indirectas con ir a Alemania a una fiesta en un barco habilitado como discoteca, una fiesta leather. Si pudiera ir fliparía sin duda.
Me dejó en el hotel poco después. Subí la habitación y me acosté cruzado por un montón de sentimientos encontrados. Dormí profundamente.

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