un día de profunda sumisión, de profunda existencia, de profundo subspace. el objeto ha estado en la oficina solo y ha tenido mucho tiempo para muchas cosas: trabajar, estudiar, organizar. realmente las tres cosas son lo mismo, o mejor dicho, forman parte del trabajo. al dedicarse a la formación estudiar es parte de la preparación de lo que hace. siempre hay que estar actualizándose y renovándose. así se fue la mañana y, a medida que pasaban las horas, parecía que el objeto iba entrando aún más en subspace, incluso estando en el trabajo y sabiendo que estaba rodeado de humanos.
por la tarde mi Señor tuvo una conversación intensa con el objeto, cree esto que percibiendo el estado de su objeto. la clave de toda la conversación fue que el objeto estaba preparado para desaparecer definitivamente. ya no necesita nada que no sea la guía y el control de mi Señor. Él es lo único que hace falta y cuando Él decida, el objeto será definitivamente encerrado y aislado del mundo. no tendrá contacto con nadie más. de hecho mi Señor comparó ser un objeto con una especie de ascetismo, de disciplina física e intelectual, una forma extrema de renuncia, al menos desde el punto de vista del exterior. un objeto no tiene derecho al placer, ni a la opinión, ni al pensamiento, ni al sentimiento. no tiene derecho a hablar o a opinar sobre nada. tampoco tiene derecho a la libre movilidad, a ir donde quiera. mi Señor no hacía más que afirmar que el objeto estaba preparado ya. siguiendo este hilo el objeto puso bajo sus botas que el objeto confesara cuando se sentía humano por estar rodeado de ellos y que, el resto del tiempo, mi Señor diera por hecho que se sentía objeto y que estaba adorándolo en su fuero interno. "Es lo lógico", fue Su respuesta. así que así será a partir de ahora. lo único que debe hacer el objeto, y lo hace porque así lo ha ordenado mi Señor, es excitarse cuando esté en Su Presencia, o cuando Él lo decida. fuera de ahí todo debe pasar por sus botas.
sumisión en silencio, castidad y obediencia ciega
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