la puerta de la mazmorra es un límite, una frontera, algo que hay que traspasar y que da cierto miedo. es inevitable preguntarse que habrá al otro lado o cómo será la vida de uno cuando la puerta se cierre. pero eso también ocurre ante cualquier paso en tu entrenamiento como esclavo. cuando tu Amo pone ante ti el collar es inevitable preguntarse lo mismo, o cuando te da una orden que cruza o está cercana a algún límite. también ocurre cuando estás ante una sesión que sabes que te marcará porque estás a apunto de romperte y ceder otra parte de poder, con lo que quedarás aún más indefenso ante tu Amo. los normales no sienten nada de eso porque su vida está programada desde que nacen. parecen que todo lo tiene pautado, organizado. a tal edad estudiar, a tal otra trabajar y casarte, a esta tener hijos. y si durante el camino aparecen tentaciones o sencillamente posibilidades, se impone la represión y todo lo reprimido acaba estallando por otro camino. desde luego la normalidad es un chollo para psicólogos y psiquiatras. la cuestión es que ni siquiera son capaces de preguntarse si son felices y confunden la felicidad con la resignación. creen que los que tienen es lo mejor, cuando han dejado pasar infinitas ocasiones de vivir intensamente. el miedo los venció y ahora viven prisioneros de él. desde luego el objeto, y ninguno de nosotros, debería aceptar consejos y el juicio de alguien así.
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