viernes, 11 de noviembre de 2022

día 4682 de esclavitud, castrado permanentemente

el día ha ido relativamente bien. el objeto ha hablado lo mínimo, lo justo y necesario para pasar por un humano. el Dueño le ordenó eso por la mañana, a primera hora y el objeto obedeció. contravenir esa orden hubiera significado un castigo. de hecho es una norma permanente, el objeto debe hablar lo justo, si habla demasiado debe confesarlo y ser castigado. hablar de más no es una opción. como las botas o la jaula, ese debe ser un rasgo de su carácter, una característica de su interacción social: ser parco en palabras. el Dueño lo ha dicho muchos veces. existen esas personas que hablan lo justo y necesario. así debe ser el objeto. el habla es un atributo humano, y se usa normalmente para dar tu opinión, para imponer tu criterio, para razonar tu argumento o para poner a alguien a parir. ninguna de esas cosas está dentro de lo que debe, o puede, hacer un inferior, así que el silencio es la mejor opción. además hablar es un coste enorme de energía porque es lo que utiliza el ego para imponerse. mediante las palabras los hombres intentan quedar por encima del otro, luchar sin usar la fuerza física, que no la violencia, porque las palabras pueden ser muy violentas. por tanto hablar mucho es entrar en el terreno minado del ego, con la alta probabilidad de caer en sus redes. el silencio, igual que el encierro o el bondage, no es una privación de algo, sino una protección contra el ego. la realidad es que, cuando el objeto termina el día y hace examen de conciencia, se siente mucho mejor cuando no ha hablado demasiado que cuando sí lo ha hecho.
sumisión en silencio, castidad y obediencia ciega.

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