la broma estaba yendo demasiado lejos. sus compañeros de habitación lo habían despertado en plena noche y antes de poder decir una palabra lo habían amordazado con cinta, certeramente puesta y muy apretada. luego le habían atado las manos a la espalda y lo habían arrastrado, riéndose, hasta el garaje de la residencia. lo habían metido en una furgoneta, le habían puesto una capucha y le habían atado los pies a las muñecas dejándolo boca abajo. cuando arrancó y oyó que más desconocidos hablaban de obtener un buen precio empezó a creer que no era una broma.
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