desde las profundidades de la mazmorra, entre las sombras de la oscuridad, las cosas pueden llegar a verse muy claras, muchos más claras que viviendo en la superficie como "hombres libres". pocas veces creyó el objeto que esta afirmación "hombres libres" fuera real. tal vez en algún momento de la historia, en alguna zona perdida y aislada, la libertad pudo vivirse realmente. lo que cada vez tiene más claro el objeto es que en la sociedad postcapitalista en la que vivimos eso no es cierto. la libertad no es más que un ropaje ideológico para justificar la injusticia de la imposición de la voluntad de los ricos sobre los pobres, de los que tienen los resortes del poder sobre el resto de la población. esta es la única verdad que el objeto contempla desde los barrotes de su mazmorra, que no es suya pero es donde está. posiblemente someterse al Dueño, entregarse a Él y convertirse en Su propiedad haya sido el acto más "libre" que ha realizado el objeto, además siendo consciente de que es una especie de bofetada en la cara a los burgueses bienpensantes que, tras su ejército de abogados y juristas, piensan y hablan de los derechos fundamentales y de las constituciones. el diálogo social es un mentira, porque no pueden hablar igual quien lo hace desde un deportivo que quien lo hace desde el dolor de su estómago vacío o de su ausencia de derechos por haber nacido en un país extranjero. al menos la mazmorra nos hace a todos iguales, o nos divide en dos solamente, los Superiores y los inferiores. en la oscuridad los trajes no importan, al menos no los que se compran por el sueldo de una persona en una boutique de moda. aquí todo estamos desnudos, salvo por las jaulas, los collares y los grilletes. y entre estos no hay distinciones. igualados por la esclavitud voluntaria. sometidos por la autoridad del Amo, del Dueño. en la profundidad de la mazmorra existe realmente la igualdad, y por tanto, la auténtica libertad.
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