hay cuero y cuero. está el cuero de diseño, tan querido por la Nueva Guardia, ese grupo que ve el bdsm como una práctica sexual casi recreativa y limitada al dormitorio y, a lo sumo, a algún bar o club social. en cierta medida son los hijos de 50 sombras de grey. y luego está el cuero de la Vieja Guardia, de aquellos que pensamos que el bdsm es más un estilo de vida del que no podemos prescindir, que nos influye y condiciona, que determina qué, cómo, cuándo, dónde y qué. ese cuero sigue siendo sexual, porque seguimos siendo fetichistas, pero es un cuero curtido, ajado, fruto del uso. es como cuando vamos a un sex-shop y vemos unas esposas rodeadas de pelusa o unos grilletes de cuero unidos por una cadena que parece sacada de una joyería cara. esas esposas no contendrían a ningún sumiso. frente a eso están las tiendas de los auténticos practicantes donde te encuentras esposas de cuero de las que no podrías escapar. esa es la diferencias de los cueros, que cada cual elija lo que más le guste.
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