en la piscina hoy el
objeto se ha dado cuanta de una realidad innegable: todos los tíos del
gimnasio tiene un pene mayor que la del objeto. en esta apreciación
influyó sin duda esa idea que aún existe por ahí de que la masculinidad
de un hombre está en sus genitales. no es una idea que secunde
especialmente el objeto pero que tiene metida porque fue socializado en
una cultura patriarcal y machista. evidentemente eso no sólo no le
incomoda sino que le hace sentir orgulloso. hace unos días el objeto se
rapó y se rasuró los genitales y pudo comprobar que el uso continuado de
una jaula desmiente esa leyenda urbana de que el pene no encoge. sí lo
hace. otra cosa es que luego, si dejas de usar la jaula, este vuelva a
su estado natural, o a un tamaño aceptable. el apéndice del objeto ha
quedado limitado a su mínima expresión hasta el punto de que tiene
problemas a la hora de orina incluso sentado porque ya no tiene esa
curva natura que hace que la orina caiga, y es bastante común que el
objeto acabe orinando por fuera, una nueva humillación que no solo asume
con grado, sino que agradece al Dueño. el vestuario de un gimnasio es
un sitio peculiar porque la gente se desnuda, se quita lo que le cubre y
se pueden observar tatuajes, piercings y determinadas cuestiones
físicas que a veces quieren ocultar, como cicatrices o malformaciones.
al objeto se le ve la jaula, aunque intenta ser discreto, muy discreto
para evitar miradas y comentarios, sobre todo porque van conocidos del
trabajo. hoy mismo se ha encontrado con uno justo cuando llegaba y él se
marchaba. por supuesto que al objeto le gustaría por llevar
públicamente su cadena al cuello y que todo el mundo supiera que está
enjaulado, pero por ahora no puede. no todo el mundo lo entendería y
tendría problemas en el trabajo, sino duda. de todas formas la
clandestinidad le da cierta emoción a todo este, así como el hecho de
tener que cambiarte en el gimnasio o saber que la jaula se nota debajo
del bañador.
sumisión en silencio, castidad y obediencia ciega.
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