ayer comentábamos la humillación como una de las formas más directas de romper a un inferior, así como de controlar su ego. hoy hablamos de la segunda: el dolor. en nuestro mundo huimos del dolor, de cualquier dolor, tanto físico como psicológico. el dolor, salvo tal vez en el caso de los masoquistas puros, rompe las barreras del inferior, lo lleva al límite y lo enfrenta con su auténtica naturaleza. sentir dolor estando inmovilizado atenta contra el principio básico de la naturaleza: huir. cuando no se puede huir el cerebro entra en una especie de contradicción. no puede hacer para lo que está programado, así que hace la otra alternativa:. se desconecta y acepta la realidad, que no es otra que ya nada depende de él, sino de otro, en este caso su Amo. da igual el origen del dolor: un látigo, una pala, una bara, una fusta.... esto también se puede aplicar al dolor psicológico, aquel en el que se hace entrar al inferior mediante órdenes o situaciones en las que se encuentra en la misma encrucijada. los dos caminos son diferentes, pero el resultado es el mismo.
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