el objeto cometió un
pecado. el tema de la espalda ha hecho que el objeto se replantee
algunas de las cosas que hace, especialmente la cuestión de como
trabaja. el Dueño había concecido permiso para cambiar el escritorio en
el que trabaja el objeto y comprar uno regulable para, cuando lleve
algún tiempo sentado, poder seguir trabajando de pie. hoy surgió la
oportunidad de ir a una tienda cercana para ver un modelo y el objeto
fue, pero sin ponerlo bajo las botas del Dueño. allí efectivamente,
encontró un modelo aceptable y con un precio razonable, y lo compró. no
fue el acto de la compra sino el hecho de ir sin ponerlo bajo las botas
del Dueño lo que constituye un pecado. la cosa, como suele serlo en
ciertas ocasiones, está dentro de la franja del gris, fuera del negro y
del blanco, porque la autorización implícitamente, implica ir a
comprarlo, pero eso no es más que un sofisma que encubre la realidad.
esa realidad es que el objeto no se lo comunicó al Dueño ni lo puso bajo
sus botas y el Dueño debe saber en todo momento donde está y lo que
está haciendo el objeto. así es como tiene que ser por ser de su
propiedad. fueron los término del acuerdo, los término de la aceptación
de la esclavitud. ahora no se pueden reducir ni eliminar, ni adaptar a
la conveniencia del objeto. por eso no queda otro remedio que suplicar
perdón al Dueño y recibir el castigo que considera oportuno.
sumisión en silencio, castidad y obediencia ciega.
lunes, 20 de junio de 2022
día 4539 de esclavitud, castrado permanentemente
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