domingo, 10 de abril de 2022

día 4469 de esclavitud, castrado permanentemente

hoy es el primer día de castigo por el pecado que cometió el objeto ayer: no poner bajo las botas del Dueño cuando una compañera solicitó la ayuda del objeto porque había tenido un problema con su ordenador. no hay nada que justifique tal comportamiento, sobre todo porque el objeto se comportó como un humano. tomó decisiones, actuó y ni siquiera lo comunicó al Dueño, que hubiera dado permiso sin duda, porque el Dueño no niega ayuda a nadie. estar sin la jaula es extraño, muy extraño. cualquiera, incluso el propio objeto en un momento anterior, lo hubiera vivido como un relax, como un tiempo más cómodo. sin embargo ya no es así. ahora es un momento de sufrimiento. sentir la jaula, tocarla a veces incluso, era como un recordatorio de lo que el objeto era. cuando, en la vorágine del día a día, trata a esto como un humano puede ocurrir que se olvide de lo que es, que se deje llevar por el entorno y no recuerde lo que está haciendo que no es sino obedecer órdenes del Dueño. entonces la jaula aparece y le hace recordar lo que es. puede ser por un ligero pinchazo por un movimiento raro, o puede ser cuando va al baño y tiene que sentarse para orinar, o una pequeña sensación cuando se sienta. el hecho es que la privación de acceso al apéndice no es la principal función de la jaula del objeto, al menos ahora. su principal función es de recordar constantemente la presencia del Dueño en la vida del objeto. hoy, sin jaula, es como si el Dueño no estuviera, y eso es insoportable para el objeto. no hay nada peor, porque es como perder el sentido, como caer en una depresión de dos días. realmente es un castigo terrible, acorde con el pecado que ha cometido el objeto.
también esto le recuerda que no puede relajarse, que no es un objeto perfecto ni mucho menos, que puede caer en cualquier momento y que existe el riesgo del orgullo sumiso, ese que usa el ego para decirte que eres un gran esclavo, y que el Dueño es afortunado por tenerte. tremendo error. el orgullo se puede colar por el lugar más insospechado. por eso la humillación constante es tan necesaria, porque como inferiores debemos estar atentos y saber que nunca conseguiremos llegar hasta donde nuestros Amos merecen, pero la vida no consiste en llegar a la meta, sino en recorrer el camino.

sumisión en silencio, castidad y obediencia ciega.

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