hoy es el primer día
de castigo por el pecado que cometió el objeto ayer: no poner bajo las
botas del Dueño cuando una compañera solicitó la ayuda del objeto porque
había tenido un problema con su ordenador. no hay nada que justifique
tal comportamiento, sobre todo porque el objeto se comportó como un
humano. tomó decisiones, actuó y ni siquiera lo comunicó al Dueño, que
hubiera dado permiso sin duda, porque el Dueño no niega ayuda a nadie.
estar sin la jaula es extraño, muy extraño. cualquiera, incluso el
propio objeto en un momento anterior, lo hubiera vivido como un relax,
como un tiempo más cómodo. sin embargo ya no es así. ahora es un momento
de sufrimiento. sentir la jaula, tocarla a veces incluso, era como un
recordatorio de lo que el objeto era. cuando, en la vorágine del día a
día, trata a esto como un humano puede ocurrir que se olvide de lo que
es, que se deje llevar por el entorno y no recuerde lo que está haciendo
que no es sino obedecer órdenes del Dueño. entonces la jaula aparece y
le hace recordar lo que es. puede ser por un ligero pinchazo por un
movimiento raro, o puede ser cuando va al baño y tiene que sentarse para
orinar, o una pequeña sensación cuando se sienta. el hecho es que la
privación de acceso al apéndice no es la principal función de la jaula
del objeto, al menos ahora. su principal función es de recordar
constantemente la presencia del Dueño en la vida del objeto. hoy, sin
jaula, es como si el Dueño no estuviera, y eso es insoportable para el
objeto. no hay nada peor, porque es como perder el sentido, como caer en
una depresión de dos días. realmente es un castigo terrible, acorde con
el pecado que ha cometido el objeto.
también esto le recuerda que
no puede relajarse, que no es un objeto perfecto ni mucho menos, que
puede caer en cualquier momento y que existe el riesgo del orgullo
sumiso, ese que usa el ego para decirte que eres un gran esclavo, y que
el Dueño es afortunado por tenerte. tremendo error. el orgullo se puede
colar por el lugar más insospechado. por eso la humillación constante es
tan necesaria, porque como inferiores debemos estar atentos y saber que
nunca conseguiremos llegar hasta donde nuestros Amos merecen, pero la
vida no consiste en llegar a la meta, sino en recorrer el camino.
sumisión en silencio, castidad y obediencia ciega.
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