los vaqueros se presentan como hombres rudo, fuertes, resistentes, acostumbrados a pasar días a la intemperie, al raso, acampando llevando las reses de un sitio a otro, en largas horas cabalgando. el sombrero los protege del sol, las botas protegen sus pies y los chaps protegen sus ropas. tal vez por eso se han convertido en un símbolo de la masculinidad, aunque cree el objeto que a eso ha contribuido más determinados anuncios que la realidad. conociendo otros entornos eminentemente masculinos: cuarteles, seminarios, gimnasios, vestuarios de equipos... se le hace difícil imaginar que estos rudos tíos no buscaran, en el silencio de la noche, la satisfacción de sus instintos, de correrse y disfrutar haciendo valer su experiencia y autoridad. el objeto no puede evitar pensar que el más joven del grupo, el novato, tendría que asegurarse un lugar entre los veteranos sirviéndoles, haciendo las tareas más inferiores o incluso satisfaciéndolos sexualmente entre los matojos.
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