a cualquiera le provocaría esta imagen una sensación de fuerte incomodidad, y sin duda lo es, incómoda, pero a los inferiores además nos suscita una sensación de deseo, o incluso de envidia del esclavo que está de esta forma encerrado. el dualismo en el que vivimos, y que fundamenta toda nuestra cultura occidental, se basa en la división entre el cuerpo y el alma, entre lo físico y lo espiritual. pensamos que son dos cosas separadas, de ahí la pervivencia de una tras la muerte del otro, pero no es así. cualquier cosa que le hagas al cuerpo, deja su huella en el alma y a la inversa. por eso, ante un inferior rebelde, o que ha cometido una falta, el castigo físico hace mella en los psicológico y viceversa. mantener esta postura durante un tiempo prudencial, no sólo entumece los músculos y produce dolor, sino que poco a poco va domando la mente haciéndole ver que la altivez no es aceptable, y que la humildad, la sumisión y mostrar respeto, son fundamentales. cuando saquen al inferior de la jaula no sólo le dolerá el cuerpo sino que apostaría cualquier cosa a que su alma está rota y ha aprendido quien manda realmente, a quien debe obedecer.
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