ha llegado el verano, y con él la dificultad para usar cuero, y botas. el calor parece el principal enemigo de los fetichistas, o tal vez sea que el imaginario lederón nació en latitudes más al norte donde no había temperaturas subtropicales. en cualquier caso el objeto ha llegado a un punto de sumisión tal que poco importa realmente lo que lleve, que depende de lo que decida el Dueño. si el Dueño decidiera que llevara pantas de cuero con 30 grados de temperatura, lo haría. ya ha comentado el objeto que en una época estuvo preocupado por buscar un distintivo, una cadena que manifestara su sumisión y el hecho de que le pertenecía al Dueño, pero ahora esa función la cumple la jaula, que lleva puesta 24/7/365. para el objeto son sus botas, su cuero, su collar, su cadena, aquello que concentra y condensa toda la sumisión, la obediencia y la devoción que siente y le debe al Dueño. no hay nada más. por eso el objeto dice que está castrado, porque no tiene acceso a su apéndice y duda que vuelva a tenerlo nunca.
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