pocos, salvo que sean inferiores por naturaleza, pueden percibir y apreciar el valor de la sumisión, su riqueza, su intensidad, su profundidad. cuando un inferior se somete no hay vergüenza, porque no hay ego. sólo hay devoción, entrega, fusión con el Superior. es como entrar en un estado alternativo de conciencia, el subspace, donde se siente vinculado con el resto del universo, del cosmos. todo cobra sentido y el inferior se vuelve una prolongación del Superior. todo lo demás: el cuero, las mordazas, las situaciones concretas, son una derivación de esta verdad profunda. cuando un inferior natural se arrodilla está siendo fiel a su naturaleza y eso es el origen de la felicidad.
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