la masculinidad sigue siendo atractiva, seductora, al menos para el objeto, y parte de esa masculinidad se expresa de manera especial en el cuero y las botas. los chaps son una prenda que siempre ha captado la atención del objeto porque es precisamente eso, una prenda masculina. en un momento en que se están planteando nuevas masculinidades, el bdsm se presenta como una posibilidad en la que se siga manteniendo parte de esa masculinidad, pero también modificada por la negociación, la entrega, el cuidado y la preocupación por el sumiso, etc. aparentemente esa masculinidad refuerza todo lo negativo de la clásica, pero no es así. el cambio es sutil y profundo, y por eso mismo, puede ser transformador. el nuevo hombre usa los chaps pero se preocupa por el bienestar y el crecimiento de su sumiso.
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