en el último viaje el Dueño tenía las botas preparadas, unas botas nuevas, iguales a las de la foto del día de hoy. las había comprado el objeto a distancia y el Dueño quería ponérselas a su objeto. sin embargo esto cometió un error porque las pidió de su talla y, debido a la constitución de las botas, al objeto no le cabía y al Dueño si. fue un error providencial porque en cuanto las vio, mal puestas, en el objeto, el Dueño supo que no iban a producir su efecto. al objeto le impactó la frase que dijo el Dueño "¿Ves? cada vez que eliges por tí mismo te equivocas. Por eso tengo que decidir yo todo". aquello fue una revelación que golpeó al objeto en la boca del estómago porque era absolutamente cierto. a lo largo de todos estos años, 8 hasta ahora, cada vez que el objeto ha decidido algo se ha equivocado, mientras que cuando lo ha hecho el Dueño ha acertado siempre. ¿es necesario una prueba más palpable de que así debería ser todo? el Dueño debería decidir hasta los aspectos más simples y elementales de la vida del objeto. esa fue la enseñanza de las botas. al final fue evidente para los dos que eran botas de Superior, de Amo y que no habría tenido sentido que el objeto las llevara salvo para satisfacer los deseos del Dueño. ahora son Sus botas y el objeto se siente honrado de poder lamerlas y servirlas como El desea. todo está bien. todo está en su sitio. todo está donde debe estar, con el Dueño decidiendo y el objeto obedeciendo.
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