martes, 31 de julio de 2018

día 3120 de esclavitud, 1092 de castidad

después de una mañana movida porque tenía cosas pendientes que hacer antes del viaje para ir a servir al Dueño. el objeto salió para el aeropuerto sobre las tres. el viaje en taxi fue rápido y el objeto pasó el control de seguridad sin problemas. siguiendo órdenes del Dueño llavaba zapas y siente cierto temor siempre que va a pasar por el arco con la jaula, pero no pasó nada.
después de tomar un café embarcó y realizó el viaje sin problemas todo el tiempo leyendo. la verdad es que las dos horas y media se fueron muy rápido. e n cuanto el objeto bajó del avión el calor lo golpeó muy fuertemente.
durante el viaje a casa del Dueño tuvo la misma sensación de siempre, como si no se hubiera ido, como si sencillamente regresara de hacer unos recados. también es cierto que el objeto estuvo aquí hace apenas mes y medio.
cuando llegó tocó el telefonillo y subió. se encontró la puerta abierta y el hall en penumbras. entró y se arrodilló, poniendo la frente en el suelo. entonces sintió las botas del Dueño, esas botas repujadas con las que recibe al objeto desde hace ocho años. el objeto las besó y las acarició, las lamió mientras el Dueño hablaba.
-Ya estas aquí, ya has llegado a casa.
entonces el Dueño se apartó y a los pocos segundos el objeto sintió la cadena alrededor del cuello. el candado se cerró y el objeto cayó. fue como un interruptor. es subspace se activó y ya el objeto no vivió otro estado de conciencia en lo que quedaba de día.
-Camina hasta el fondo: dijo el Dueño y el objeto fue a cuatro patas hasta la habitación que tenía aire acondicionado.
estaba completamente entregado y sometido, en silencio, sin poder hablar, ni siquiera mirar al Dueño.
El Dueño se sentó en el sofá con las piernas abiertas mientras el objeto seguía de rodillas mirando al suelo. nuestras miradas no se habían cruzado en ningún momento.
-¡Ven aquí!- dijo- Disfruta de tu Dueño.
y el objeto se acercó y empezó a oler y lamer no sólo las botas sino el pantalón de cuero. como si fuera un animal el objeto se restregó y olió el cuero del pantalón y de las botas. era embriagador, el objeto estaba como borracho. aquello era todo. no existía nada más, no había nada más, aquello era todo su mundo.
el Dueño se sacó su pene y dijo:
-¡Bésalo!, sólo bésalo.
el objeto lo hizo y empezó a besarlo con calma, con tranquilidad.
-Ahora mírame. quiero que me mires. Te ordeno que me mires.
y con gran dificultad el objeto levantó los ojos.
-Quiero ver en tí esos ojos de adoración.
¿cómo podría el objeto expresar lo que siente cuando se encuentra en presencia del Dueño? esto es un proceso que comenzó hace un año y que está llevando al objeto no sólo a respetar al Dueño sino a adorarlo como un ser Superior, como alguien que está por encima de todo.
es una "borrachera" de cuero. el objeto acabó en el suelo con las botas del Dueño encima suya.
-Ahí es donde debes estar porque no eres nada. No tienes derecho a nada. eres lo más bajo y no mereces sino estar ahí.
estas palabras no hacían sino que el objeto bajara aún más. durante todo este tiempo el objeto no había pronunciado una sola palabra. mientras tanto el Dueño ponía su pierna embotada sobre el objeto, en su pecho, en su cabeza, etc. así estuvimos un rato hasta que lo levantó y lo llevó al baño.
-Ahora te vas a duchas, a purificar, a quitarte toda la suciedad que llevas.- y dejó al objeto para que se duchara.
-Cuando terminas te pones esas botas- dice el Dueño. se refería a unas botas de cuero altas que el objeto llevó la última vez. el objeto se duchó a conciencia y se fue a poner las botas pero debido al calor tenía el pie hinchado y no le cabían así que, a instancia del Dueño, se puso las altas de goma.
de allí lo volvió a llevar al salón donde el objeto pudo comprobar que se había quitado el pantalón y las sendras repujadas y sólo llevaba las botas altas. estaba espectacular, increíble, soberbio, sin decir palabra el objeto se arrodilló.
-¿Quieres acariciarlas? Cada vez que quieras acariciarlas tienes que ponerme la mano- dijo el Dueño.
así lo hizo el objeto, acarició la bota y puso la mano. A continuación el Dueño golpeó la palma de la mano con la paleta de cuero que había llevado consigo todo el tiempo.
-Nada es gratis. Todo cuesta algo y acariciarlas tiene su precio.
y así fue como, cada vez que el objeto acariciaba la bora del Dueño tenía que poner la mano y recibía un palmetazo. en la mente del objeto no había juicio, no lo consideraba bien o mal, sencillamente obedecía. no podía hacer otra cosa, no podía negarse, ni aceptarlo, ni rechazarlo. sólo podía obedecer. no le parecía ni bien ni mal, sencillamente ocurría.
luego el objeto estaba de rodillas, con la cabeza gacha, como todo el tiempo que llevaba en la casa, y el Dueño metió la palmeta en su boca, en una forma simbólica de interiorizar lo que estaba pasando.
luego el Dueño volvió a tumbar al objeto y empezó a pisarle con las botas altas y el objeto se restregó con su cuero hasta el punto de casi caer en subspace, que ya estaba y llevaba un buen rato, sino en un estado aún más profundo de desconexión. el Dueño se dio cuenta y evitó que ocurriera porque lo levantó y le ordenó que se diera la vuelta.
entonces cogió las manos del objeto y las ató a la espalda con cuerdas que el objeto había traído de otra habitación previamente. a continuación le ordenó que se sentara en el sillón y le ató la botas con más cuerda. el objeto quedó aún más indefenso de lo que estaba. y teniendo así al objeto el Dueño se corrió por primera vez en este viaje.
tras dejar al objeto para ir a limpiarse el Dueño desató al objeto y lo llevó a la cocina donde le ordenó que se hiciera la cena y cenó con Él mirándole pero sin compartir la comida. curiosamente esa fue una de las cosas más humillantes porque el objeto siempre ha considerado comer un acto social, el hecho de que no lo sea está indicando que el Dueño no considera al objeto parte de esa sociedad sino algo diferente.
una vez terminada la cena, durante la cual el Dueño estuvo frente al objeto sólo con las botas altas mirándolo, el Dueño llevó al objeto a la habitación donde se iba a quedar durante su estancia y de la que pretende el Dueño que no salga más que lo imprescindible.
allí estaban las dos bolsas con todo el material del Dueño y las botas que el objeto usa cuando está en madrid, cuatro pares.
entonces el Dueño ordena al objeto sacar el material y ordenarlo, llegando a poner hasta doce mordazas, cuatro o cinco capuchas y material vario de bondage.
-Ahora voy a decirte las normas. Tu boca me molesta, tus pies me molestan, y tu apéndice me molesta, así que no quiero verte sin botas, sin mordaza y sin jaula. eses donde estés cuando no salgas, si sales, llevarás estas tres cosas en todo momento.
mientras hablaba el objeto no dejaba de mirar al suelo.
-Puedes ir a beber siempre que lo necesites, pero no te quiero ver por aquí sin la mordaza, igual que sin las botas. es algo definitivo e irrenunciable.
a continuación el Dueño se fue a acostar y dejó al objeto encerrado en la sala de la televisión que, durante estos días será su lugar de encierro. en la habitación de enfrente hay aire acondicionado y el Dueño ha permitido dejar abierta las dos puertas para que pueda entrar aire fresco porque se espera una ola de calor que durará todo lo que queda de semana.
el objeto en cuanto el Dueño se fue se acostó y quedó inmediatamente rendidos.
sumisión en silencio, castidad y obediencia ciega.

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