esto confesó durante la semana que se había tocado, sin llegar a nada, pero que se había tocado sin permiso del Dueño, así que el Dueño ordenó justamente un castigo para el objeto y hoy era el día para llevarlo a cabo. el Dueño ordenó a esto que se pusiera las botas compradas en el último viaje, el collar de cuero ancho y mordaza de cinta americana. durante la primera media hora esto se pondría las pinzas, se metería el buttplug y se pondría un antifaz, para no ver, tras lo cual se ataría las manos a la espalda con unas esposas de cuero. de tres a tres y media esto estaría aislado y esposado, sin hacer nada, centrado en el Dueño y reflexionando sobre lo que había hecho. luego se quitaría las esposas y estaría una hora con las pinzas y el buttplug puesto y luego media hora más sin las pinzas. cuando pasara el tiempo esto se quitaría el buttplug pero seguiría con el collar y la mordaza toda la tarde, en silencio. por supuesto el Dueño no habló de la jaula porque eso se da por supuesto que la lleva siempre.
a las siete y media de la tarde el objeto se sacaría la leche golpeándose con la fusta, como en las dos ocasiones anteriores. cuando el Dueño dijo esto el objeto suplicó que le permitiera cumplir el castigo sin esa parte. no tenía miedo al dolor, sino a la sensación que tiene últimamente cuando se ordeña. a pesar de no tener orgasmo y ser doloroso, le recuerda demasiado al objeto su antiguo ser humano y el sentimiento de repulsa y rechazo es muy fuerte. de hecho el peor castigo que podría infligirle el Dueño al objeto es masturbarse o mantener relaciones como un humano. para esto sería catastrófico. no es capaz de imaginar una pena que mereciera tal castigo, pero eso no le corresponde al objeto, sino al Dueño.
llegada la hora comenzó el castigo. desde el principio fue radical. ya sólo meterse el buttplug, y las pinzas fueron para el objeto como una forma de transportarse a la celda en presencia del Dueño. cayó en profundo subspace desde el primer instante. fue radical, intenso, profundo. esto perdió cualquier rasgo de humanidad. era de pronto solo un objeto, a merced del Dueño incluso en la distancia. siguió los pasos establecidos por el Dueño y no hubo nada más que Su Autoridad, Su Control, Su Presencia.
la verdad es que esto se sentía mal por haber suplicado al Dueño que no se ordeñara. no tenía derecho a hacerlo. un objeto, un buen objeto, obedece, acepta las órdenes sin rechistar, sin protestar y sin negociar. el Dueño ha dicho que el fin del castigo es restituir el alma del objeto una vez fallado y por eso lo hace, así que esto suplicó estar media hora más con el buttplug.
entre una cosa y otra fueron tres horas de castigo y esto agradeció todas y cada una de ellas. al principio, como siempre, las pinzas dolieron pero pronto se integró el dolor. llevaba un buen rato cuando el objeto tuvo un retortijón fuerte así que tuvo que ir al baño, sacar el buttplug y dar de vientre, pero luego volvió a metérselo. en este tiempo el objeto confirmó una cosa, que no es lo mismo estar en silencio que estar amordazado, ser célibe que estar enjaulado y follar a tener un buttplug metido en el culo. porque de lo que se trata es de que sepas que nada de eso lo controlas tú ya. es de alguien que está por encima tuya y que es tu Amo y Dueño. el efecto de todo esto es que, al final de la tarde, el objeto estaba más roto que al principio, roto en sentido positivo, en sentido de romper la voluntad, la creencia de que eres independiente, roto el ego y roto cualquier deseo de independencia, individualidad y separación. cada conversación con el Dueño es como una gotita que va perforando la mente del objeto. castigos como el de hoy son perforadoras que arrasan con todo y que dejan la mente del objeto completamente rasa, dispuesta para que el Dueño trabaje en ella y haga con ella lo que quiera. cualquier resistencia, fruto de la fantasía o de la distancia, o de vivir en la creencia de que era humano del objeto, ha desaparecido hoy. gracias Dueño
sumisión en silencio, castidad y obediencia ciega.
domingo, 22 de abril de 2018
día 3020 de esclavitud, 992 de castidad
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