-Has desobedecido... y eso es imperdonable.
el esclavo no se podía mover. estaba sujeto de pies y manos y le había amordazado con un pene enorme de plástico que le llenaba toda la boca. lo que más le asustaba, sin embargo, era la tranquiliad con la que su Amo hablaba mientras se acercaba.
con un rápido movimiento metió la llave en el candado de su jaula de castidad e hizo un rápido movimiento rompiéndola en su interior. luego aplicó un poco de pegamento.
-Así aprenderás, perro.
todo había ocurrido en segundos, y el esclavo ni siquiera pudo emitir un gemido.
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