el sabor del cuero es un sabor único, el alimento de todo fetichista. su olor, su tacto, su visión... cualquier cosa que estimule los sentidos capta la atención de un sumiso que sienta esta especial predilección por el cuero. nada se puede comparar a su tacto, salvo tal vez que el Amo lo lleve. entonces al sabor del cuero se une la certeza del control, de la humillación, de la sumisión. por eso cuando un esclavo se arrodilla o tumba en el suelo para lamer las botas de su Amo se unen las dos cosas llevándolo a cotas elevadas de placer, un placer que es sexual, pero no genital. el esclavo no se toca la polla, ni se corre. sencillamente se somete y entra en contacto con su ser más profundo. al hacerlo su naturaleza se sintoniza con su vida. lo que vive está acorde con lo que es. ese es el estado de felicidad plena.
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