sábado, 4 de febrero de 2017

minirelato

la celda era de hormigón, sin ventanas, iluminada con fluorescentes. en un rincón había un retrete y una ducha que consistía en un agujero. en el otro extremo un colchón en el suelo. una pared eran barrotes desde el techo hasta el suelo, de forma que el prisionero no tenía intimidad ninguna. al otro lado estaba la mazmorra perfectamente acondicionada con todo lo necesario para someter a un esclavo. tres veces al día el Amo venía a traerle comida, y de vez en cuando se sentaba a ver como el esclavo comía. como no venía a intervalos regulares y las luces no se apagaban nunca, no sabía el tiempo que llevaba allí, pero estaba seguro de que eran varios meses. el contrato de esclavitud que había firmado no tenía fecha de término. eso dependía del Amo.

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