el bondage tiene una dimensión estética muy fuerte. no es sólo que consiga mantener al sumiso completamente indefenso o inmovilizado, es que también puede resultar hermoso, bellos, un disfrute para los sentidos. las diferentes posturas, las distintas situaciones hacen que estar atado no sólo sea una experiencia sexual, sino sobre todo bella. de hecho en algunos ambientes se discute hasta la saciedad la forma de hacerlo de manera que sea lo más agradable para los sentidos. la cuestión a plantearse aquí es como algo aparentemente tan agresivo, violento y que implica someter a otro, puede convertirse en algo hermoso.
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