una de las sensaciones más oscuras que el perro recuerda de cuando no era propiedad del Dueño es la sensación de estar perdido, sin rumbo, sin un sitio en el que descansar, de vivir a la intemperie, de no tener hogar. por supuesto esto no era así, porque el perro nunca ha estado en la calle viviendo, pero sí que ha tenido la sensación de no pertenecer a ningún sitio, de estar siempre fuera de lugar.
todo eso cambio un poco cuando entró en el bdsm, la primera vez que fue atado o la primera vez que lamió unas botas. ese día descubrió un mundo nuevo y, por primera vez, supo que pertenecía a él. pero no fue hasta que el Dueño lo convirtió en su propiedad, que el perro no se ha sentido realmente en casa, en su hogar. sólo con el Dueño ha llegado a pensar "estoy es lo que soy. para esto he nacido. este es mi sitio". sólo bajo el Dueño el perro se ha sentido en casa, y no se refiere al lugar físico, sino a una reconciliación profunda con su naturaleza más radical, con aquello que es la base de todo lo demás sobre lo que se ha construido el perro, lo básico.
estas reflexiones vienen al ver esta imagen porque a muchos puede evocar radicalidad, dureza, extremismo, deshumanización. sin embargo al perro sólo le evocan una cosa: el hogar.
lunes, 15 de junio de 2015
FdD hogar
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