la bronca se escuchó en todos los rincones de la oficina. él aguantó el chaparrón como pudo a pesar de que no tenía la culpa. sin embargo no podía contestar nada a su jefe, un tío al que se le notaban los músculos a través del traje y que no dejaba de imaginar con un harnés azotándolo. cuando terminó no podía levantarse. no quería que lo viera completamente empalmado.
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