su mirada lo taladraba y su cara seria le hacía temblar. notó como sus piernas fallaban y, poco a poco, empezó a encogerse hasta ponerse de rodillas. El lo siguió con su mirada mientras iba perdiendo cualquier atisbo de resistencia. entonces se agarró a las botas y comenzó a llorar y gemir, como un niño chico. no quería volver a ser libre.
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