hoy presenta el perro una novedad. esta es una contribución de un lector del blog. después de pasarlo al Dueño, dio su aprobación para publicarlo. merece la pena y espera el perro que sea la primera de una serie de colaboraciones. si alguien desea hacerlo puede enviar email a diariodeunesclavo@gmail.com.
Se despertó y abrió los ojos, pero seguía sin ver ni oír nada. Notó que estaba tumbado en algo duro. Intentó mover los brazos, pero no podía. Intentó ver qué se lo impedía, y descubrió que no sólo no podía mover la cabeza, ni girarlo, sino que también la tenía cubierta en algo--¿sería látex?--que además le tapaba la boca. Empezó a entrarle el pánico--no entendía nada hasta que oyó un golpe seco, como el tacón de una bota en hormigón.
-“Veo que te has despertado, perro,” dijo la voz. Una mano descansó en su pecho, y el perro casi dio un salto de susto, pero estaba tan bien inmovilizado que apenas movió.
-“Tranquilo, perro,” dijo la voz, suave, seductora. “¿No te acuerdas de mí? Llevamos meses hablando, perro.” Y entonces cayó en la cuenta. Tras incontables horas hablando con un amo de sus fantasías de servir, de ser esclavizado, de bondage, de kidnapping, de cuero y botas, de ser todo lo que el amo quisiera, por fin la fantasía había pasado a ser realidad. El miedo desvaneció, y el perro empezó a sentir feliz--¡por fin una sesión con un amo! Había hecho cibersesiones con este amo, pero era la primera vez que sirviera a uno de verdad.
La mano del amo empezó a moverse por el cuerpo cubierto de látex del perro, y el perro empezó a ponerse cachondo. Disfrutaba mucho de las sensaciones del látex, de la inmovilización, de la mano de este amo--hasta que empezó a dolerle el pene. Cuanto más duro se puso, más dolía, hasta volverse insoportable. Gemía y se retorcía, pero el dolor no se fue. Entonces la mano del amo bajo a sus genitales y los tocó, pero el perro se dio cuenta que no lo sentía. “Te estarás preguntando qué pasa a tu polla. Le he puesto una jaula, perro. Esto no es una sesión, perro, es el inicio de tu nueva vida como mi esclavo. No volverás a hablar a no ser que te dé permiso. No harás nada sin que te dé permiso. ¿Y te acuerdas de la última sesión, cuando te ordené que te arrodillaras y te corrieras? Ésa fue la última vez que te correrás en tu vida.”
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