miércoles, 19 de marzo de 2014

día 1524 de esclavitud, 95 de castidad

el perro ha tenido en el trabajo una de las experiencias más desagradables que se podrían tener y que recuerda en mucho tiempo. una compañera del trabajo, presa de su propia ignorancia y sentimiento de inferioridad, arremetió contra el perro en un ataque injusto y gratuito, sin mediar ninguna interacción previa. es una de esas situaciones donde o montas un pollo monumental, o te mantienes al margen. el perro inmediatamente, tuvo en mente la orden del Dueño de no dejarse pisar. la cuestión era en qué consistía no dejarse pisar, si actuar como se esperaba y montar una escena, o no hacerlo, mostrando madurez y elevación de espíritu. lo que se había puesto en marcha allí no era otra cosa que el ego de esta mal llamada compañera. ella quería controlar, imponer su opinión y lo hizo dejando al ego suelto. cuando eso ocurre, en la mayoría de ocasiones, comienza una lucha de egos, a ver quién se impone sobre el otro.
el perro está embarcado en una lucha personal especial: no dejar que el ego sea el que domine en sus relaciones, así que hizo un esfuerzo por no dejarlo suelto. la cuestión fue tan evidente que, al no tener respuesta, el ego de la compañera se puso en evidencia y se avergonzó. cuando el ego dejó el control sólo quedó el ridículo, ante todos los presentes. por supuesto que el perro se sintió dolido, pero cree que es, precisamente, su ego que quería salir y no pudo. la mejor forma de ganar una batalla es no luchar, especialmente en estos contextos. no se trata de ser cobarde, hay batallas que deben batirse cueste lo que cueste, pero esta no era una de ellas. si el perro se hubiera dejado llevar por la situación y su ego se hubiera impuesto, éste habría salido reforzado, si no, hubiera sido el propio perro el que hubiera sentido el ridículo que sintió la compañera. no había forma de ganar, salvo no entrando en el juego.
aún así el perro estaba dudando si había actuado bien, y en cuanto llegó a casa se lo comunicó al Dueño, que le llamó para felicitarle por su actuación. la vida que el perro pretende llevar, está teniendo efectos en la no-vida, y no solamente en cuestiones como llevar las botas o la jaula, sino también en este tipo de cosas. sus relaciones van cambiando y se nota que no necesita anteponer al ego, ni enfrascarse en luchas de poder inútiles. si el ego no entra en la ecuación, todo se desmorona, demostrando lo inútil de este tipo de enfrentamientos.
por supuesto esto no acaba aquí. el perro espera una nueva reacción del ego de esta mujer, y un nuevo y consiguiente ridículo, cuando no consiga lo que quiere. en el fondo al perro le da pena, que sea tan pueril y primitiva, tan poco desarrollada, que se deje llevar tanto por sus partes más profundas. ella se cree una triunfadora, pero no lo es, porque nadie la valora en ese sentido. es lo que pasa con el ego, acaba llevándose todo el mérito, quitándotelo.
la aprobación del Dueño fue suficiente para el perro, que ahora tiene que trabajarse las consecuencias, el propio enfado de su propio ego por no haber actuado en esa situación. esto toma forma de "podría haber dicho...", "podría haber hecho...". el perro está en entrenamiento, está aprendiendo una nueva forma de vivir, de existir, de enfrentarse a las cosas y a las situaciones. en otros momentos hubiera saltado y montado un escándalo monumental, pero no ha sido así. curiosamente eso lo ha situado moralmente por encima de la otra persona. nuevamente se presentan las contradicciones del bdsm: dejando de luchas es cuando ganas. ha sido un día intenso y aún hay muchas cosas sobre las que reflexionar y pensar, el perro cree que lo hará en los próximos días.
obediencia ciega para el esclavo, poder absoluto para el Amo.

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