miércoles, 12 de marzo de 2014

día 1517 de esclavitud, 88 de castidad

el trabajo está siendo muy estresante esta semana... realmente lleva siéndolo desde hace varias semanas. la no-vida no es lo suficientemente fuerte como para hacerle perder al perro la orientación, el camino que ha emprendido a la sombra de su Dueño. sin embargo las preocupaciones cotidianas, la necesidad de tomar decisiones en el trabajo, el no ser encadenado al llegar a casa, amordazado y encerrado los fines de semana, como haría sin duda el Dueño; y como seguramente pasará tras el Gran Salto, hacen que, poco a poco, el perro sienta como el ego toma ventaja.
el mismo hecho de no poder continuar con el blog de manera sistemática es un síntoma de eso. el perro está despistado, descentrado. cuando eso ocurre es necesario retornar al origen, volver a lo primigenio. cuando un perro esclavo se despista sólo hay dos caminos posibles: uno es el castigo físico, en forma de látigo, pinzas... en definitiva: dolor. el otro camino es el aislamiento, encerrado al esclavo en una mazmorra y dejándolo allí el tiempo que el Dueño considere necesario. el objetivo de ambos caminos es el mismo, romper la voluntad del perro, haciéndole recordar que lo que ha vivido recientemente no es más que un sueño, que una fantasía y que su auténtico fin y naturaleza es vivir sin derechos y sin decisiones ante su Dueño. es una especie de renovación que ha de hacerse de vez en cuando, cíclicamente, para evitar que el perro esclavo pueda dejarse embaucar por la fantasía de que es libre.
obediencia ciega para el esclavo, poder absoluto para el Amo.

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