una mazmorra es un lugar oscuro y aislado, profundo y cerrado. esa profundidad y esa oscuridad son necesarias, primero para qu eel prisionero no pueda escapar y, segundo, para que nada de fuera pueda entrar. así el encarcelado no tiene ningún tipo de distracciones sino que debe centrarse en sí mismo, en lo que vive, en lo que es.
fuera de la mazmorra el mundo es brutal, agresivo, despiadado, tan múltiple que evita centrarse en nada. vemos por él de estímulo en estímulo sin dedicar tiempo a la reflexión, la meditación, la calma. vamos a salto de mata, sin posibilidad de centrarnos, de pararnos, de no ir tras la próxima meta, de vivir sencillamente.
la puerta de la mazmorra separa el caos del orden, el ruido del silencio. dentro de la mazmorra el esclavo se encuentra con él mismo y empieza a aceptarse.
ese proceso de aceptación es largo y duro. no todos lo inician siquiera. aceptarse significa quitarse las caretas y las mentiras sobre las que hemos contruído nuestra vida. significa ser capaces de mirarnos en un espejo sin engaños ni estereotipos sin prejuicios que nos hagan vernos como no somos.
la mazmorra ayuda a este proceso de autodescubrimiento y autoconocimiento eliminando todo lo que no es importante. la obediencia potencia este fenómeno porque el esclavo sólo tiene que hacer lo que se le dice, y eso es una preocupación menos, un elemento menos del que hacerse cargo.
la mazmorra es una enorme mecanismo de bondage. al igal que cuando te atan con cuerdas, o cadenas, o con cualqueir dispositivo restrictivo, al principio lucharás por salir de allí, por liberarte; pero una vez que comprendas que no hay salido, ni posibilidad de escape, comienza el proceso de aceptación y, con él, el de autodescubrimiento.
el Amo es el posibilitador de todo esto, pero también es tu guía, el que te lleva por esos recovecos que a veces trae la sumisión. el Amo destruye el ego para que el esclavo encuentre su verdadero yo, poer también, y especialmente, semuestra fuerte cuando las dudas y las tentaciones hagan que el esclavo quiera abandonar el camino. en esos momentos el Amo puede y debe ejercer cierto pito violencia hasta que el esclavo acepte que no hay escapatoria, porque la huída es la salida más fácil, la primera que aparece.
es como un drogadicto que intenta desengancharse. el Amo es quien evitará que nos metamos un nuevo chute. el ego es nuestra drogra y la mazmorra donde pasamos el síndrome de abstinencia. una vez superado, esa misma mazmorra se convierte en nuestra casa, en nuestro hogar, en el lugar al que siempre debemos volver y del que nunca queremos irnos.
feliz semana.
martes, 17 de diciembre de 2013
cartas desde la mazmorra
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