sábado, 24 de agosto de 2013

minirelato CLXXXVIII

se sintió afortunado cuando el camionero lo recogió. era un tio rudo, con botas vaqueras y sombrero. cuando lo invitó a un trago pensó que no se había equivocado al subir. ahora, sin embargo, atado y amordazado en la cabina del camión, sin poder moverse ni pedir auxilio, sólo oía el motor que lo llevaba a un lugar desconocido. nadie lo buscaría, nadie sabría donde estaba. probó de nuevo las ataduras antes de echarse a llorar.

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