si ayer hablábamos del dog-training, de la animalización, hoy hablamos de la objetificación. en el proceso de descenso del esclavo hacia la naturaleza de la sumisión, este podría ser el último escalón: despersonalizado con el latex y la capucha, inmovilizado con las cadenas y las bolsas en las manos, silenciado con la mordaza.... el esclavo se convierte en apenas un objeto que se pone en una esquina y sirve de decoración. al menos en este caso se le permite ver algo, aunque sea limitadamente ¿qué puede hacer alguien así? nada, prácticamente nada. es la expresión máxima del control de la voluntad y de la libertad. al menos el animal tiene cierto margen que aquí desaparece. sólo los Amos más radicales conciben convertir a sus esclavos en objetos. porque entre los sumisos también hay jerarquías. no es lo mismo ser sumiso que ser esclavo, o perro, u objeto. son distintos grados de una misma realidad. el perro tampoco se atrevería a afirmar qué es mejor, sencillamente cada cual lucha e intenta ser lo que es.
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