el de la imagen podría ser un esclavo, pero es un Amo. ¿cómo lo sabemos? por un detalle, el látigo que descansa en su pierna. es verdad que el hábito no hace al monje, pero determinados elementos sí ayudan a identificar, localizar y distinguir a Amos de esclavos. las muñequeras tal vez sean lo primero y más evidente. en este caso es el látigo.
el perro no puede sino imaginar al esclavo, cuyo punto de vista asume la imagen, con la espalda colorada después de ser azotado, a cuatro patas mientras el Amo le muestra su miembro para que venga a darle placer.la pregunta de ¿qué hará el esclavo? es retórica, sobra. evidentemente caminará a cuatro patas hasta su Amo y se meterá su miembro en la boca. el látigo es un recordatorio de que debe hacerlo bien, a riesgo de sufrir un nuevo castigo.
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