22 días de castidad, 22 días desde el último ordeño
al final el día llegó, ese día en el que acuciado por la necesidad de orinar, el perro no tenía cerca un baño mínimamente limpio. y además le ocurrió dos veces. la solución no pudo ser otra que hacerlo en cuclillas sobre el retrete. la necesidad se impuso. el primer impulso fue sentirme un pobre desgraciado, hasta que el perro cayó en la cuenta de que estaba haciendo justo lo que el Amo quería que hiciese, ni más ni menos. y eso le dio nuevos ánimos, dio sentido a lo que estaba haciendo. ir al baño se convirtió en un acto de sumisión y de obediencia hacia el Amo, un acto que da sentido a la vida del esclavo porque lo hace eso: esclavo, perro. y gracias a eso, porque el resto del día estuvo ocupado casi completamente por la no vida.
obediencia ciega para el esclavo, poder absoluto para el Amo.
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